Futbol y literatura
Por: Salvador Rangel
El transitar de la Selección Nacional de futbol estuvo lleno de azarosos caminos, retiraron a un técnico que aseguraba que calificarían sin mayor problema; después llaman a un entrenador que la estaba haciendo bien con su equipo, se da una combinación de resultados y la Selección debe viajar al otro lado del mundo, Nueva Zelanda, en busca del anhelado boleto para justa Mundial.
Con estas peripecias, no todo mundo confiaba en que haría un buen papel… y llega a octavos de final. Así que se conformó un buen equipo y el pasado es una experiencia más. Estos elementos permitirían a un buen escritor, amante del futbol, hacer una novela con un final feliz.
En la literatura hay un buen número de obras relacionadas con el futbol. En México tenemos a Juan Villoro, fiel seguidor del equipo Necaxa, que tuvo días de gloria con los entonces llamados “once hermanos”; hoy está en la División de ascenso y cambió de la Ciudad de México a Aguascalientes.
Juan Villoro ha escrito «Dios es redondo», «Balón dividido», amén de artículos periodísticos relacionados con el balompié.
Hay infinidad de escritores que han dedicado su tiempo y líneas al deporte que atrae masas, al que han calificado de distractor. Unos lo consideran válvula de escape de las multitudes, otros de gran negocio y algunos más de enajenante; cada quien tiene su opinión y fundamentos para apoyarlos.
Horacio Quiroga, escritor uruguayo que escribió el cuento “Suicidio en la cancha”, basado en un hecho real de un jugador de El Nacional, quien se dio un tiro en la cabeza en el círculo central del campo de futbol.
O la mala relación entre el futbol y la literatura, como la muestra el escritor británico Rudyard Kipling, que enseña su desprecio por este deporte. Y un relato de ficción que se desarrolla en Río de la Plata, del francés Henri de Montherlant: «Los once ante la puerta dorada».
Y el Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda escribió el poema «Los jugadores». Otro laureado escritor, Mario Benedetti, escribió «Puntero izquierdo», publicado en el libro «Montevideanos».
Y otro célebre Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, después de haber asistido a un partido de futbol entre Juniors y Millonarios, expresó: “No creo haber perdido nada con este irrevocable ingreso que hoy hago públicamente a la santa hermandad de los hinchas”.
Albert Camus, Premio Nobel de Literatura 1957, decía que la literatura no sólo había dado muchos hinchas al mundo; también se ha enriquecido de ellos. Aprendió que cuando fue arquero en Argelia se dio cuenta de que «la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Esto me ayudó mucho en la vida… Lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al futbol».
En los años ochenta se terminó el divorcio entre futbol y literatura en el periodismo gráfico, con los argentinos Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa y Juan Saturain, quienes escribieron sin reservas sobre el futbol, primero en crónicas de prensa y después al paso a la literatura.
Osvaldo Soriano reunió en su libro «Rebeldes soñadores y fugitivos» los relatos como “El penal más largo del mundo” y “Maradona sí, Galtieri no”.
Y Juan Sasturain publicó el cuento “La poesía del chanfle al segundo palo”.
El futbol ha sido marginado por la crítica, pero no por los lectores. El escritor Eduardo Galeano, el autor del imprescindible libro «Las venas abiertas de América Latina», escribió «Futbol a sol y sombra».
Y Pier Paolo Pasilino, escritor, cineasta y director de cine, dice «Cada gol es siempre una invención, es siempre una subversión del código. El futbol que produce más goles es el más poético. El goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año».
Y el novelista español Javier Marías dijo “el futbol es la recuperación semanal de la infancia”.
Y el intelectual comunista Antonio Gramsci lo definía como “el reino de la lealtad humana ejercida al aire libre”.
El autor de la novela «La insoportable levedad del ser», Milan Kundera, escribió “tal vez los jugadores tengan la hermosura y la tragedia de las mariposas que vuelan tan alto y tan bello, pero que jamás pueden apreciar y admirarse en la belleza de su vuelo”.
Pero no todos los intelectuales, escritores, ensayistas son admiradores del futbol. El argentino Jorge Luis Borges dijo: «Un deporte estéticamente feo, once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos».
Y los nostálgicos se acuerdan de sus lejanos años, cuando al salir de la escuela con los libros hacían una portería y la calle era el escenario mundial para sus épicos encuentros callejeros.
{loadposition FBComm}