Opinión

La economía, por supuesto

Por: Efraín Mendoza Zaragoza

Vino a Querétaro el presidente y habló de los logros de la revolución y de las grandes esperanzas del mañana, pero pasó de largo ante el presente lleno de tragedias e incomodidades. No vale la pena detenernos en él ni en la broma que le jugó al país cuando nombró a un subalterno para darle la hilarante instrucción de que le abriera una investigación. Sería desentendernos de lo que me parece es el hecho relevante del que debió el país ocuparse durante toda la semana: el desastre de la economía y el presupuesto del gobierno federal.

Al iniciar el año pasado se anunció que la economía mexicana crecería 4 por ciento y al final no llegó ni al 2 por ciento. Y los responsables de la conducción económica del país como si nada. Los tecnócratas pueden hacer el anuncio más irresponsable, pueden hipotecar al país o vaciar sus arcas y nunca son llamados a cuentas. Puede desplomarse la economía entera y los economistas tan campantes, sin consecuencia alguna. Si acaso aguantan los insultos en alguna comparecencia ante el Congreso, pero de responsabilidades legales ni media palabra. Siempre tendrán a la mano un buen galimatías para culpar a los vientos del planeta… y que sigan las tretas por los siglos de los siglos.

El secretario de Hacienda anunció un recorte presupuestal de 124 mil millones de pesos. ¿Con qué criterios decidió que se cancelara lo que se canceló? Sólo él y Dios lo saben (y digo Dios porque dicen que él todo lo sabe), y ante nadie tuvo que explicar nada. Ese día la televisión llenó todo el espacio con el gas y las llamas del hospital de Cuajimalpa y el tema quedó en el olvido. Esos 124 mil millones de pesos son un cuento de hadas para un mexicano medio que ni viviendo mil vidas podrá ver ese dinero junto. Pero es un pelo de gato para los 4 billones del presupuesto anual del gobierno federal.

La economía y el presupuesto público son, en realidad, los únicos grandes temas relevantes en manos del Estado. Y son justo los temas que nadie discute. Del reparto del dinero se desprenden casi todos los demás temas. ¿Quién decide cuánto dinero se gasta en el año, quién decide cuánto va a educación o al avión presidencial? La gente común es mantenida absolutamente ajena a este tema. Cuando se discute el presupuesto si acaso se llega a hablar de los excesos de los diputados y los partidos. Pero del fondo de la cuestión nadie se ocupa.

El secretario de Hacienda hizo un anuncio terrible y nadie lo atendió: a partir de este año el presupuesto federal se diseñará desde el Banco Mundial. Habrá borrón y cuenta nueva y desde el más allá decidirán cómo debe gastar el gobierno mexicano. Es decir, en lugar de abrir un debate nacional entre todos los mexicanos, se nos anuncia como una gran bondad que en adelante desde Washington, sede de ese organismo financiero global, se decidirá el presupuesto. Punto.

El presupuesto tiene zonas oscuras, auténticos hoyos negros, terribles vertederos de oro que impiden el desarrollo del país. A los ojos de la tecnocracia gobernante se puede sacrificar lo que sea, pero lo que es intocable son las fabulosas cantidades de dinero que el país exporta por concepto de intereses de la deuda eterna. Son intocables los compromisos con la banca internacional, que es la expresión más acabada de la delincuencia organizada. Hace poco oí decir que en Argentina con lo que se paga de intereses podría construirse un hospital cada día. La banca internacional es un invisible poder extraterritorial contra el que habría que levantarse en armas. Contra él y contra quienes endeudaron al país e irresponsablemente han destinado descomunales volúmenes de fondos públicos en detrimento del bienestar de la mayoría de los mexicanos.

Para concluir, sólo unos datos para documentar nuestro optimismo: en lo que va del gobierno de Enrique Peña Nieto la deuda pública creció 2 mil millones de pesos cada día. Desde hace 20 años, el 90 por ciento de los excedentes petroleros se ha destinado al pago de la deuda. México no sólo no se rebela contra la usura internacional, sino que ha llegado a extremos de sumisión como cuando poco antes de las elecciones de 2006 el presidente Fox pagó anticipadamente los intereses de la deuda tomando de las reservas 7 mil millones de dólares. Ya desde 2002 se nos advirtió que por los criminales intereses que paga México a la banca internacional, en tan sólo 20 años el país pagó ocho veces el saldo original del endeudamiento. Pese a ello nos encontramos en índices históricos de endeudamiento. Y bueno, la deuda que Enrique Peña Nieto incrementó en lo que va de su gobierno equivale a 5 veces el presupuesto federal destinado a educación.

Ahí están los datos duros de la miseria nacional. Faltan siete meses para que el gobierno federal presente el proyecto de presupuesto para 2016. Mientras el país se estará regocijando en el show de los escándalos políticos, el Banco Mundial se encerrará con sus aplicados y obedientes subalternos de Hacienda para decidir lo que verdaderamente debería discutirse en las campañas electorales.

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