Opinión

Marcos Aguilar V.: Lapsus como pretexto

Punto y seguido

Por: Ricardo Rivón Lazcano

P DE: Juan Martín Granados quería mandar a Marcos Aguilar a ese lugar ubicuo y familiar y, el segundo, más bien que el secretario se quedó corto en el elogio. Lo que sigue es una invitación a ampliar criterio, abrir nuestro pensamiento, hacer conciencia de cuán disonantes somos respecto del tema en cuestión.

Dos comentarios-de entre muchos- posteriores al famoso lapsus del secretario de Gobierno Juan Martin Granados: el primero sugiere que en realidad el secretario Granados quería mandar a Marcos Aguilar a ese lugar ubicuo y familiar y, el segundo, más bien que el secretario se quedó corto en el elogio.

Lo que sigue es una invitación a ampliar criterio, abrir nuestro pensamiento, hacer conciencia de cuán disonantes somos respecto del tema en cuestión, es decir, no el lapsus ni la política ni los gobernantes. El lapsus es el pretexto.

En febrero pasado se hizo popular el señor Licenciado Raúl Libién, mejor conocido como #LordMeLaPelas.

Guillermo Sheridan es fiel al transcribir el audio en que Libién se dirige a un funcionario público en cuatro tiempos:

Uno: Me pelas la verga

Dos: ME-PE-LAS- LA-VER- GA

Tres: Me pelas la verga parada

Cuatro: ¿Sabes lo que es la verga bien parada?

A partir de ahí, Sheridan escribe siete textos que recomiendo leer. Los títulos son los siguientes: “La verga y sus alrededores”; “Más verga, maistro”; “La verga, apelativos frecuentes”; “La verga como recurso científico”; “Una verga fantasma”; “La verga como barómetro” y “Una verga del remoto oriente”.

Desfilan por los escritos el diccionario Covarrubias, la Real Academia de la Lengua, el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana, un Refranero mexicano, el Útil y muy ameno vocabulario para entender a los mexicanos de don Héctor Manjarrez, la mismísima calle, Havelock Elis, Freud, un premio Nobel de biología, un premio Nobel de literatura, etc.

(el Oxford English Dictionary registra en su Historical Thesaurus, ochenta y cinco nombres para La Cosa en sí.)

Ejemplos de todo lo anterior:

-Está bien verga es proporcionalmente inverso a está de la verga.

-Sáquese a la verga significa exigirle a alguien, por incredulidad o por exceso de credibilidad, que se vaya lejos. Tiene muchas variantes: vete a la verga, anda a la verga o simplemente -con el mismo sentido y más económico- ¡a la verga!

-Lo contrario de sáquese a la verga es arrímese a la verga.

-No se dice “la verga” sino “la gáver”.

-Para señalar a quien es imposible darle gusto: “quién sabe qué vergas quieres”.

-Algo que ya no tiene remedio: Ya valió verga. (Hay versión familiar: ya bailó Bertha.)

-Si se dice eres una verga es halago; si se dice eres de la verga, denuesto.

-Me vale verga se dice cuando algo nos importa poco. Esta expresión puede vestirse de énfasis variables, por ejemplo: “me vale tres hectáreas de verga”, o bien, “me vale ochenta camiones de verga”.

-No le acomoda ninguna verga: dícese de alguien que a todo le pone peros.

-Símiles morfológicos (“el palo”, “el pistón” o “la manguera”); analogías zoomorfas (“el burro”, “la víbora”, “el pájaro”); representaciones gastronómicas (“la salchicha”, “el chorizo”); ufanías armamentistas (“la bazuka” “la escopeta”, “el dardo”) y, por último, apropiaciones de poder autoritario (“su majestad”, “el diputado” o “el mussolini”), etc.

-Su izamiento es el motivo principal de la fascinación -o la repugnancia- que produce el pene. Pasar del estado de desinfle al neumático tiene su equivalente lexical en el paso del pene a la verga.

-Pulula la poesía de la verga que, como dispone su musa, ejecuta con frecuencia sus ascensos y caídas. Algunas religiones y filosofías la censuran, bien sabido que es, mientras que otras la incorporan con gusto a sus liturgias. La moral la persigue, lo que es muy bueno, pues que obliga al ingenio a inventarle discursos clandestinos y disfraces formidables.

-Por último, otro ejemplo del nivel de complejidad en un himno a la verga, el de otro gran chileno, Pablo Neruda, en cuyo fascinante “Barcarola” se imagina que si su amada le besara el así llamado “corazón”

…sonarían sus negras sílabas de sangre,
crecerían sus incesantes aguas rojas,
y sonaría, sonaría a sombras,
sonaría como la muerte,
llamaría como un tubo lleno de viento o llanto
o una botella echando espanto a borbotones.

(Ver el blog de Guillermo Sheridan: El minutario)

@rivonrl

 

 

 

 

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