Opinión

México 2012, panorama económico

Por Daniel Muñoz Vega

Ya es una constante, que todo los años escuchamos las mismas cifras del Gobierno Federal en torno al crecimiento económico que tendrá el país, cifras frías que sólo presumen la estabilidad macroeconómica. Siempre que se habla de las expectativas económicas del año que comienza, vamos a hacer referencia al crecimiento, la inflación, el petróleo, los impuestos. Siempre las mismas cifras, incapaces de romper el conformismo en que nos encontramos como nación.

Hace unos meses José Ángel Córdova Villalobos, ex Secretario de Salud del gobierno de Felipe Calderón, dijo que la guerra contra el narco era exitosa argumentando que los narcos, acorralados en la venta de droga, tenían que diversificarse en otras actividades como el secuestro y la extorsión. Ante dichas declaraciones Jorge G. Castañeda escribió “si eso es éxito cómo será el fracaso”.

Algo parecido podemos pensar de la política económica llevada a cabo por el actual gobierno, modelo que se implantó en nuestro país a principio de los años ochenta. No podemos pensar que el actual modelo ha sido exitoso, si bien es clara la estabilidad macroeconómica de los últimos años, es necesario pensar en modificar variables para tener un crecimiento mayor que se vea reflejado en mejores empleos y en el mejoramiento del ingreso de la gente.

Pensar que el crecimiento de 3.5 por ciento, el nivel de inflación de tres por ciento y seguir dependiendo de los ingresos petroleros como un modelo exitoso para México, significa mantener el status quo que no beneficia a todos. No podemos hablar de éxito cuando tenemos un crecimiento económico mediocre comparado con las grandes ventajas que tiene este país y comparado con el crecimiento de otros países que tienen realidades y escenarios parecidos al nuestro.

Se entiende perfectamente que desde la perspectiva global, los análisis para la economía mexicana no pueden ser ajenos de las dificultades de la crisis económica mundial, pero tampoco podemos justificarnos en el hecho de que si al mundo entero le va mal, por ende, a nosotros también nos va a ir mal. Es bien entendida la interdependencia que tenemos todas las naciones a nivel global, es bien entendida la dependencia que tenemos de la economía norteamericana, pero también es sabido por todos que no hemos hecho los cambios necesarios para modificar un modelo que dejó de servir, que hasta por cuestiones humanitarias está agotado.

Por obvias razones, las proyecciones económicas no pueden ser aisladas. La crisis económica mundial afecta cada rincón de este planeta desde el plano financiero, fiscal, económico y hasta humanitario. Sin embargo, los amortiguadores para soportar las turbulencias financieras deberían estar puestos en una mejor política fiscal, una mejor repartición de la riqueza, mayores niveles de competitividad, una política económica antimonopolista, un mejor proyecto educativo, mejor mentalidad y mayor conciencia de exigir a la clase política mejores resultados.

De entrada, por el hecho de ser un año político crucial para la vida pública de México, estaremos a la espera de ver lo que pase el 1° de julio de 2012 y ver cuál será el rumbo que se le dé al país como nación. Lo político, como la mayoría de las veces, someterá el interés de todos los mexicanos. Ya se nos está haciendo un mal hábito esperar a ese alguien que resuelva los grandes problemas que tenemos como país. Cuando conceptualizamos un proyecto político para México, cuando damos un voto, cuando defendemos nuestros legítimos intereses en las urnas, luego nos damos cuenta de que el político que ostentará un cargo, el congreso en turno, los funcionarios, todo el aparato burocrático, simplemente trabajan para seguir manteniendo lo que habían prometido cambiar.

Este esquema ya lo conocemos y, sin embargo, seguimos caminando por ahí mismo. Ese camino nos ha llevado a analizar diferentes visiones del entorno. Muchos consideran que a pesar de los pesares “estamos mejor”, otros consideran “que urge cambiar”, otros nos dicen “urge regresar a como estábamos antes”. En fin, tenemos que exigirle resultados a una clase política que parece ser ajena a las realidades y a las necesidades, pensando únicamente en el botín de gobernar por seis años.

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