Opinión

No se acaba el mundo

Por Luis Alberto Fernández

Con un listado de electores cercano a los 80 millones de personas (el más voluminoso de habla española) y una participación más alta que la que había estado mostrando el electorado, nos debemos congratular de que, en un país lacerado por la violencia, hubo paz, se instalaron prácticamente todas las casillas y no oímos que los grupos de delincuentes hayan estorbado el proceso.

Contamos con un mejor padrón y se trató de una elección competida, a pesar de que casi todas las encuestas mostraban lo contrario. Hoy vemos que se equivocaron o que fueron usadas de manera interesada. La diferencia entre el primer y segundo lugar es de un seis por ciento pasadito. Entonces una de las democracias más importantes del mundo se desarrolló con alta participación y sin incidentes graves. Eso está bien, funciona para cambiar al gobierno. Por supuesto que esto implica que el ganador no tuvo la simpatía del 60 por ciento de los votantes. Pero así es la regla y así hay que cumplir.

Aunque, en general, el PAN se desploma, el electorado queretano se muestra un tanto astuto en la manera en que reparte sus votos. Para todos los partidos, menos para la coalición que encabeza el PRI, votaron más por los candidatos a diputados que para los candidatos al ayuntamiento. El caso más notable es el de Movimiento Ciudadano que obtiene casi 28 mil quinientos votos para diputados en los seis distritos que hay en el municipio de Querétaro, cuando su candidato a presidente municipal sumó sólo 23 mil, es decir que hay casi cinco mil 300 votos de diferencia. No les gusta el candidato, aunque lo tendrán (lo tendremos) actuando como regidor.

En el caso del PAN, más de dos mil personas votan por sus candidatos a diputados, pero no para el presidente municipal. Con el PRI pasa lo contrario, muchos votantes que no eligieron diputados y senadores de este partido sí le entregaron su voto al candidato para la alcaldía. Tiene que ver con el hecho de que para legisladores iba solo el partido, mientras que para la alcaldía iba en coalición. Esta coalición le aportó votos a su candidato. Otra parte de los votos viene de quienes no quisieron al mismo partido y quizá de la mayor participación y un número menor de votos anulados. Estos resultados pudieran significar que el elector busca equilibrios.

Para diputado federal hay dos distritos que casi coinciden con el municipio de Querétaro, son el III y el IV, que incluye a El Marqués. En ambos gana el PAN, y es muy probable que muchos electores que votaron por Marcos Aguilar también lo hicieran por Roberto Loyola, aun cuando el primero pertenece al mismo partido y al mismo grupo dentro del partido que Armando Rivera.

En varios distritos la mayoría escoge al PAN para senadores y diputados, aunque para Presidente de la República gane el PRI, si bien con un margen no tan grande. En Querétaro, el PRI obtiene unos 50 mil votos más que el PAN para Presidente de la República. El PRD obtiene más de 190 mil votos, que no es poco, pero incluso así gana el PRI. Quiere decir que, aunque gane Peña Nieto, el voto está repartido y eso nos habla de un porcentaje del electorado que es calculador. Eso es interesante seguirlo estudiando porque nos conviene. Así los partidos se fijarán más en a quién postulan.

Pienso que en este municipio sucede que un mal candidato es castigado y que incluso sus propios partidarios le escatiman el voto. Observamos también que las coaliciones en algunos casos sí funcionan. Habrá que ver si conserva registro el Panal, pero los demás sí lo conservan y a Roberto Loyola la coalición si le aportó votos.

Ninguno de los candidatos era un peligro para México

Sobre la felicitación de Calderón a Peña Nieto, opino que si se hizo después del conteo rápido me parece normal, porque ésta es una medida muy segura; no es el resultado legal, pero desde el punto de vista matemático es muy sólido. Entonces, cuando el conteo rápido está bien hecho –yo considero que fue el caso– así va a ser el resultado. Si recuerdan, el margen de error que anunció Leonardo Valdés es del 0.5 por ciento. Por lo tanto, creo que está bien que el Presidente felicite al que ya figura como ganador, eso es parte de la democracia. Claro que será ganador oficialmente hasta que el TRIFE lo declare y, aun siendo poco probable, pudiera ser otro el Presidente electo. Pero yo creo que es normal.

Considero que Josefina Vázquez Mota ya sabía que permanecería en tercer lugar y que por eso hizo ese extraño anuncio de que si ganaba, Calderón sería procurador; el todavía mandatario nunca apoyó a Vázquez Mota y ella lo “lanzó” para que la prensa y la gente dijeran cosas de él.

El que Josefina haya dicho esto sabiendo que iba a perder, nos habla de una tendencia pero insisto en que no creo que haya habido una actuación antidemocrática de parte de ningún candidato. Una excepción a ello es la compra de votos; dicen que todos los partidos recurren a ella. Pero eso nos habla también del electorado, porque para que haya compra debe de haber venta; y cada quien hace lo que quiere con su voto.

Como dije en toda la campaña, yo creo que ninguno de esos personajes es un peligro para México. Calderón fue un peligro pero por su “estrategia” en materia de seguridad. Basta ver cómo dejó el país, con la seguridad pública desgarrada. Pero hay que acostumbrarnos a que la mayoría de los políticos son responsables y que así es esto, se gana y se pierde. Nunca se pierde totalmente y tampoco se gana totalmente.

La aceptación de los resultados

Ya pasado el 1° de julio, la gente debería de reaccionar aceptando los resultados oficiales, aunque no nos parezcan; cualquier otra conducta es antidemocrática y retrasa el desarrollo del país. Uno puede no simpatizar con el que ganó, pero hay que reconocer que ganó.

No soy muy optimista de cómo evolucionen las condiciones políticas y económicas del país; no tenemos elementos suficientes para pensar que hay un nuevo PRI, ni hay un nuevo PRI, ni he visto un nuevo PRI. He visto pedazos de nuevo PRI, pero es más la llamarada de petate. Es más fácil ver los defectos en los que no son mis candidatos. Para panistas y perredistas, EPN era lo peor y lo mismo pasaba con priistas y panistas que demonizaban a AMLO; incluso con Josefina pasó un poco lo mismo.

Yo siempre he pensado que los ciudadanos deberíamos ser más impetuosos para tener ese ojo crítico que no se tiene con el candidato propio para decir: “Yo vi estos riesgos si ganara Peña Nieto; ahora que ya ganó, debo ver cómo hacer para evitar que eso pase”. Es cierto que el momento estrella del poder de los ciudadanos es la elección, pero es insuficiente. La elección es muy larga en su periodicidad, es cada poco tiempo y está llena de vicisitudes. Entonces, todos los que no votaron por Peña Nieto y los que lo votaron, pero son más conscientes, pueden ver cómo hacer para que el gobierno tenga menos corrupción, más transparencia, menos prácticas antidemocráticas y abusos de poder; y eso sólo se logrará si establecemos castigos para los oportunistas y los transgresores de la ley. Lo mismo podemos proyectar para las anunciadas reformas, para que las reformas se hagan protegiendo a los más débiles. Peña Nieto está a favor de la reforma laboral, por ejemplo, que es una reforma para abaratar el despido. Esto pone en riesgo a muchos trabajadores, porque aquí ni siquiera se cuenta con seguro de desempleo ni fondos de ahorro. La idea es evitar ese riesgo si vemos que viene. Hay que evitar que el gobierno transfiera dinero a sindicatos corruptos y poco transparentes. El secreto del poder de Romero Deschamps y de la Gordillo descansa en que el gobierno les da para que repartan entre los que les hacen caso. Hay que evitar eso sin caer en aquello que decía López Obrador que haría con la Gordillo: el gobierno no puede quitar líderes sindicales. Lo que podemos hacer es exigirle al gobierno es que cumpla con su función y evite este tipo de prácticas.

Algo semejante hay que decir de la relación entre el gobierno y los medios de comunicación. La nueva administración podría aprovechar el ímpetu del movimiento #yoSoy132 para modificar la condición, sin embargo no tiene interés inmediato en hacerlo, pues realmente es beneficiario de las cosas como están. Sólo la presión ciudadana modifica las cosas.

 

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