Preguntas al secretario de Hacienda, a los diputados, senadores y a la ciudadanía:
Hace unos días, el secretario de Hacienda del gobierno de Peña Nieto anunció un recorte presupuestal de más de 124 mil millones de pesos del gasto federal de 2015; junto con esa noticia anunció que para el 2016 el presupuesto será diseñado con la asesoría del Banco Mundial. La segunda parte de la noticia ha quedado prácticamente en el olvido tanto de los medios de comunicación y más aun de la ciudadanía.
El recorte presupuestal ha sido analizado por varias personas en diferentes ámbitos y no lo tocaré por ahora. Más bien me referiré a esa otra parte de lo anunciado por Videgaray que casi nadie ha recapacitado en la nota y sus implicaciones. Para un ciudadano común, el tema del presupuesto público pasa casi inadvertido, pues las propias cifras lo apabullan: siempre se habla de cantidades para cada sector de la vida pública y no se diga para el gobierno en su conjunto, que casi ni en la escuela le enseñan a comprender.
El presupuesto público que manejan las distintas entidades y niveles de gobierno es la expresión, en pesos y centavos, de las políticas públicas; dicho en otras palabras, significa lo que los distintos gobiernos invertirán para resolver o al menos intentar atender las diversas problemáticas nacionales. Por lo tanto, debe ser un tema que a todos nos debe interesar y exigir que se nos explique con toda claridad.
Con el anuncio hecho por el secretario de Hacienda, nos está diciendo que ahora serán los expertos del Banco Mundial quienes vengan a decidir sobre cómo atender los problemas nacionales, o sea del propio Estados Unidos de Norteamérica, y llama la atención que hasta el momento no se han escuchado voces ni de los diputados, senadores o de los sectores académicos independientes del país, protestando por ello.
En las diferentes cámaras de los llamados representantes populares tanto a nivel federal como en los estados de la República o la Asamblea Legislativa, los diputados y senadores cuentan con equipos de asesores, que por cierto no son pequeños; si tienen, o deben tener, la capacidad técnica para opinar y, además, están obligados a defender la soberanía nacional y las propias funciones del Congreso, ¿por qué han guardado silencio?
¿Acaso los mexicanos no somos capaces de levantar la voz y decirle al gobierno que entre cientos de economistas, administradores, contadores y otros profesionales de las áreas económico-administrativas que existen tanto en las universidades públicas como en algunas (muy contadas) instituciones privadas existe talento suficiente como para que se pueda diseñar un presupuesto real para el gasto del gobierno en todos sus niveles y no sólo en el federal?
¿No ha sido ya suficientemente pisoteada la soberanía nacional con muchos actos de entrega que comete con frecuencia el gobierno de Peña Nieto, como para aceptar que vengan los técnicos desde Washington a diseñar el presupuesto que ejercerá el gobierno el próximo año?
La anunciada asesoría de la OCDE para el tema de transparencia que el propio Peña Nieto y su gabinete se empeñan en opacar y que sólo para el tema de la obra del aeropuerto de la Ciudad de México nos costará algo así como dos millones de euros. ¿Cuánto se pagará al Banco Mundial por la asesoría anunciada para que le vengan a enseñar a Luis Videgaray (que por cierto presume de tener una sólida formación técnica en cuestiones financieras) a hacer un presupuesto para el gobierno federal? Seguramente nos va a salir más caro el caldo que las albóndigas.
Entre todos los diputados y senadores que en sus discursos dicen tener la sensibilidad para entender las necesidades del pueblo, ¿no podrán contratar a un conjunto de académicos o expertos de la iniciativa privada para que los apoyen en la integración de un presupuesto apegado a esas necesidades?
Si bien el tema del presupuesto no es un punto que esté sujeto a consulta popular y por lo tanto a opinión de la ciudadanía, sí es un tema en que le digamos a Peña Nieto (me niego a llamarle presidente) y a su secretario de Hacienda que invite a las instituciones de educación superior a que le apoyen en su formulación y deje de querer apantallarnos con que vendrán desde el extranjero a apoyar en esas tareas que sólo le competen a los mexicanos y que son una expresión de la manera en que iremos resolviendo nuestros propios problemas.
Que si el secretario de Hacienda no se siente capaz de integrar un presupuesto real para el ejercicio del próximo año, ¿no sería más sensato que presentara su renuncia?
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