¿Quiénes son los no idóneos?
Por:Ángel Balderas Puga
Nuevamente Enrique Peña Nieto nos mostró, recientemente, su proverbial ignorancia. El 6 de noviembre del año pasado, Peña Nieto voló en avión a Baja California Sur y textualmente, afirmó que “el aeropuerto de Los Cabos se coloca a una distancia de la capital del país por carretera de apenas una hora 20 una hora 25 minutos” cualquier persona medianamente culta no haría jamás una afirmación tan absurda.
Tratando de enmendar su error, Peña Nieto evidenció más su ignorancia al tratar de cambiar la capital del país por la capital de Baja California Sur, dijo: “del estado, de la capital del estado… perdónenme de la capital de La Paz, de la capital del estado La Paz, al aeropuerto que está aquí en Los Cabos” y este otro absurdo ya no lo corrigió. Así que para Peña Nieto la ciudad de La Paz es un Estado. Ya en abril de 2015, Peña Nieto nos había sorprendido afirmando que las ciudades de León y de Lagos de Moreno son también estados. Apenas el 8 de enero pasado, Peña Nieto siguió exhibiendo su ignorancia en geografía elemental de nuestro país al afirmar que el chapo Guzmán había sido detenido en el municipio de Los Mochis, cuando esa ciudad no es ningún municipio.
En este contexto no sé quién, de buena fe, pueda creer que este señor puede encabezar una reforma “educativa”. En todo caso él debería ser el primero al que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) debería declarar como no idóneo en geografía básica y regresarlo a estudiar a una buena escuela pública, algo que Peña Nieto jamás ha hecho y de ahí la ignorancia que exhibe, pues como hemos señalado varias veces, el señor es producto de la educación privada de este país al haber “estudiado” siempre en escuelas particulares.
Nuño, el mentiroso
Otro que no canta mal las rancheras es quien llegó a la Secretaría de la Educación Pública (SEP) no por méritos académicos o culturales (para eso, “no tiene tiempo”) sino por simple y llana amistad (o complicidad) con Peña Nieto. Nos referimos al novel policía Aurelio Nuño, que quiere imponer con la fuerza pública una reforma laboral, disfrazada de “educativa”.
Sin retractarse en ningún momento, Nuño aseveró, el 8 de noviembre del año pasado, que más del 100% de los maestros de Michoacán se habían registrado para la evaluación “patito” que pretende aplicar el INEE a los profesores de las escuelas públicas de nuestro país. Nuño debería explicarnos que significa que más de todos los maestros hayan hecho cualquier cosa.
Aurelio Nuño anda por las primarias del país (por cobardía, para no enfrentar a auditorios “incómodos”, tal como hacía el espurio de Felipe Calderón) contando mentira tras mentira, usando la técnica de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler: mentir y mentir, que algo queda y algún incauto maestro caerá y renunciará, de manera voluntaria a sus derechos laborales adquiridos.
O Aurelio Nuño aún no ha tenido tiempo de leer la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD), lo que lo hace totalmente irresponsable o inepto en la encomienda de sus funciones, o la leyó y no entiende, lo que lo sigue mostrando como no idóneo para un cargo de tanta responsabilidad y que requiere de gente preparada o si la leyó pero miente en sus declaraciones para tratar de engañar a los maestros lo que lo exhibe como alguien falto de ética. Así que o irresponsable o no idóneo o falta de ética, no hay más.
El señor Nuño insiste, la última vez, de acuerdo a la agencia de noticias Notimex, el pasado 12 de enero en que los maestros que acrediten la evaluación “patito” del INEE tendrán “garantizada una plaza por cuatro años”. ¿De dónde saca eso Nuño? El artículo 52 de la LGSPD señala claramente que las evaluaciones serán por lo menos cada cuatro años. Para cualquiera que conoce el español es clara la diferencia entre hacer una evaluación cada cuatro años o hacerla por lo menos una cada cuatro años como marca la ley de marras.
Así que señor Nuño, no mienta ni trate de engañar a los profesores, su palabra no tiene ningún valor jurídico, diga usted lo que diga, lo que tiene valor jurídico es lo que está escrito en una ley que, si no se deroga, quedará incluso cuando usted se vaya del puesto que actualmente detenta. La última palabra la tienen los profesores.
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