SUPAUAQ; ¿a dónde vamos?
Martagloria Morales Garza
PARA DESTACAR: Me parece que la mejor solución al conflicto es un acuerdo político entre los dos Comités Ejecutivos, en donde se reconozcan los resultados de la primera votación, y se acuerde que se mantengan las comisiones auxiliares elegidas antes de las elecciones del 2016.
Actualmente tenemos dos Comités Ejecutivos que reclaman su legitimidad, dos Consejos Consultivos y un pliego petitorio en Conciliación y Arbitraje que debe ser analizado por el patrón para realizar una contrapropuesta, la cual deberá ser evaluada y votada por la Asamblea General, ya sea para estallar o no la huelga programada para el 1 de marzo.
La Rectoría, o sea en este caso el patrón, ha reconocido en los hechos a un Comité Ejecutivo, el presidido por Nuri Villaseñor Cuspinera, pues no ha querido negociar con el Comité Ejecutivo que Conciliación y Arbitraje ha declarado como legal, el presidido por Saúl García Guerrero, al darle la toma de nota y al recibir de él el pliego petitorio para la revisión contractual y de salarios correspondiente a 2017.
El asunto se complica, porque al parecer el Abogado General ha iniciado la negociación sobre el pliego petitorio con “el Consejo Consultivo” que integra a 11 secciones pero en donde no están presentes al menos cuatro secciones sindicales, las cuales en paralelo se han constituido en otro Consejo Consultivo.
El tema se complica aún más cuando el primer Consejo ha llamado a Asamblea General para el día lunes 13, con el objetivo de conocer la propuesta de la Rectoría sobre el incremento salarial y la revisión del contrato y para decidir en votación cual será el comité ejecutivo que tendrá la representación sindical.
Si la Asamblea se realiza en los términos planteados y si previamente no hay un acuerdo político entre los dos Comités Ejecutivos en pugna, el conflicto será aún peor.
La revisión del contrato colectivo se realiza con la presencia de la Junta local de Conciliación y Arbitraje, y esta instancia gubernamental reconoce sólo al Comité Ejecutivo encabezado por Saúl García, y por lo tanto deberá ser éste el que conduzca la negociación salarial y de contrato, pues fue éste Comité el que presentó el pliego petitorio, si la representación de la rectoría no se presenta a la negociación con ellos, la autoridad podrá, en ausencia de la rectoría, aceptar la totalidad de las demandas del sindicato.
Esto que parece descabellado ya sucedió en la última huelga del STEUAQ, y posteriormente el gobierno negoció con el Rector y con el Sindicato un acuerdo. Es decir, las acciones de la Rectoría al no reconocer al Comité Ejecutivo que tiene la representación legal de la Universidad, queriendo o no, está abriendo las puertas a la intromisión del gobierno en la negociación laboral.
Por otro lado, la actitud de ambos Comités Ejecutivos de tener dos Consejos Consultivos, y dos grupos de comisiones sindicales, no sólo no abonan a la resolución del conflicto, sino puede llevar al debilitamiento del Sindicato universitario, e incluso a la formación de dos sindicatos dentro de la Universidad, lo que sin duda debilitaría aún más el peso del Sindicato en la Universidad.
Lo cierto es que los trabajadores sindicalizados elegimos el 27 de octubre de 2016 a un Comité Ejecutivo en una muy reñida elección, pero las reglas de la democracia son claras: un sólo voto es suficiente para decidir una elección.
La actuación posterior de la Comisión Electoral, totalmente desaseada y sin fundamento, que pretendió anular los resultados y convocar a nuevas elecciones, no fue aceptada por el Comité Ejecutivo ganador en la primera contienda, por lo que solicitó su toma de nota, es decir el reconocimiento legal.
La solución al conflicto no parece cercana, y los actores involucrados no están buscando una salida, sino una confrontación. Convertir a la Universidad en un campo de batalla en un año tan complicado como el que iniciamos, no sólo en términos económicos sino también políticos, me refiero a la próxima elección de Rector, no sólo no es una actitud sensata, sino que asume que los universitarios pensamos en blanco y negro, y francamente es una postura muy poco reflexiva.
Aceptar juegos de suma cero, donde uno gana todo y el otro lo pierde todo, es no entender el juego de la democracia. Por eso me parece que la mejor solución al conflicto es un acuerdo político entre los dos Comités Ejecutivos, en donde se reconozcan los resultados de la primera votación, y se acuerde que se mantengan las comisiones auxiliares elegidas antes de las elecciones del 2016 para lograr contrapeso en la organización y garantizar neutralidad en la organización de las nuevas elecciones que según estatutos deberán realizarse en octubre de 2018.
Será responsabilidad de los sindicalizados que no son simpatizantes del Comité Ejecutivo ganador en la contienda el 27 de octubre de 2016, organizar una buena planilla que reemplace al actual comité, con el respaldo de los votos y de nadie más.