Opinión

Vicisitudes de un Gran Proyecto (I)

Por: Emilio Vasconcelos Dueñas

Queretanos de hoy, sepamos honrar a nuestros antepasados del finales del siglo XIX y principios del XX, quienes supieron del valor de preservar la integridad de su ciudad y la blindaron con un cinturón de vías férreas, generando seis estaciones para ferrocarriles en los cuatro puntos cardinales y de esa manera poner al alcance de la población tal servicio, sin cercenar la seguridad de sus desplazamientos al interior de la misma.

Si en aquellos ayeres del siglo XVII fue nombrada Tercera Ciudad del Reino, en los últimos años del siglo XX, una porción importante de nuestra Ciudad recibió por parte de la Unesco la denominación de Patrimonio Cultural de la Humanidad, y en ésta la casi decena y media del siglo XXI, tiene calificaciones certificadas en los primeros lugares dentro de diversos rankings de ciudades mexicanas, a traducirse como responsabilidades colectivas de los pobladores de la ciudad capital, sin desconocer las vastas presiones en materia urbana, provenientes de actividades y situaciones de lo más disímbolas.

Hoy el discurso más socorrido propala que la esencia en la toma de las decisiones radica en la opinión ciudadana, que la participación social es la pauta de los derroteros a tomar; pues bien, hagámoslo valer.

La tarea de los académicos es nutrirse en cada uno de los campos de su actividad de las experiencias tenidas por las generaciones anteriores, quienes en su momento igualmente tuvieron que enfrentarse a la toma de las decisiones, que no siempre fueron las atinadas o aquellas que mejor resolvieron el problema e incluso ni duda queda, la lista de resultados fallidos es larga, más larga que la barba del tío tiempo, que con su guadaña nos espera paciente. Y, entre tanto, tenemos la responsabilidad y obligación de atender los requerimientos sociales en su conjunto, planteadas a todas y cada una de las disciplinas del saber, quienes acudimos a las aulas universitarias para abrevar del estado del arte en las ramas libremente escogidas.

Ingenieros y arquitectos hemos decidido sumarnos a los grupos de estudio y solución de problemas que, entre otros, abordan temas urbanos y de infraestructura para la creación de sistemas de transporte —tanto público, como privado— de bienes y personas.

En este entendido, particularmente ahora, nos ha tocado la oportunidad inédita durante los últimos 110 años de tomar parte en el debate para la determinación idónea de la estación en donde el renovado servicio de trenes para pasajeros, en la modalidad de trenes de alta velocidad, habrá de conectar a Ciudad de México con nuestra entidad y con ello lograr una mejora sustantiva en la infraestructura del transporte de largo itinerario, descargando las carreteras federales, estatales, caminos y demás vialidades regionales y locales, agilizando las capacidades y velocidades mediante las cuales la población se desplaza de sus lugares de origen y hacia los más variados destinos por las no menos diversas causas.

Una característica de los proyectos es precisamente que están sujetos a vaivenes, a vicisitudes que al final no son otra cosa que el proceso natural de cualquier organismo en fase de estructuración: jálale por aquí, bájale por allá, súmale esto, quítale aquello… Así se van clarificando las etapas en aras de encontrarle la cuadratura al círculo, lo cual desde luego no se logra en su totalidad y de esta forma tenemos que cualquier obra antropogénica es perfectible.

Esta generación en Querétaro y particularmente los profesionales somos especialmente suertudos, pues de pronto nos encontramos con una sinfonía que no supimos de dónde salió la partitura y por lo mismo hemos estado a las indicaciones de quienes desde afuera dirigen la orquesta; sin embargo, es criterio del autor que independientemente de que se nos tome en cuenta o no, tenemos la obligación profesional de investigar, analizar, debatir, explorar, recorrer el tramo y llegar a una postura, la cual, de la misma forma, tenemos la obligación social de exponer y sostener.

Lo anterior ni es fácil ni es práctica que se pueda encontrar a la vuelta de la esquina, y de muestra, este botón: El proyecto del Tren de Alta Velocidad Ciudad de México-estado de Querétaro.

El estado de las cosas es natural, el gobierno federal pone sobre la mesa una propuesta de solución a un problema ingente para la población nacional, el desplazamiento a largas distancias por las más disímbolas razones y con ese mismo grado de complicaciones o tortuosas factibilidades, con una total desarticulación en ese ir y venir que cotidianamente la gente requiere.

Para lo anterior, se retoma el servicio ferroviario de pasajeros, asumiendo la modalidad de trenes que se trasladan a gran velocidad sobre sus vías de fierro de altas especificaciones a fin de, con seguridad, transportar a los pasajeros a velocidades de 250 kilómetros por hora y más; a éstos se les llama trenes de alta velocidad (TAV) y eso es lo que para unir Querétaro con la capital de la República señala el presidente Peña Nieto en su discurso de toma de posesión, el 1 de diciembre de 2012.

Para el material rodante existen dos propuestas, una con equipo para velocidad máxima de 240 a 250 km/hr, eléctrico de 4,000 kW, con ancho de vía de 1.435 m, para 220 plazas y 250 toneladas de peso. La segunda propuesta se refiere a equipo eléctrico de 8,000 kW, de 300 km/hr y velocidad máxima de 350 km/hr, para 404 a 405 plazas.

Este es el enunciado del problema…

Pasemos ahora al mecanismo institucional para resolverlo y para ello se designa a la Dirección de Transporte Ferroviario y Multimodal como la instancia oficial para liderar los trabajos que lleven a buen fin la propuesta. La dependencia encomienda a una empresa, supuestamente especializada en este tipo de proyectos, la elaboración de los trabajos y estudios necesarios para definir las características de los componentes que habrán de prestar el servicio ya descrito, y al paso de algo así como un año y tres meses, se presenta para su validación en el ámbito ambiental el anteproyecto logrado, lo cual incluye dar a la vista de la sociedad a fin de avanzar por terreno firme, en esto del conocimiento y satisfacción colectiva, sobre la base de que la propuesta ha sido desarrollada hasta esta etapa, acorde con el respeto al ambiente y a los recursos naturales.

Es en este punto, en donde fácilmente cualquier persona se puede percatar de que la propuesta específica para la ubicación de la estación al final del tramo, ya en tierras queretanas, no responde a los requerimientos ambientales, económicos, sociales, técnicos, urbanos y viales de semejante proyecto. El sitio en cuestión, boulevard Obsidiana, tiene obstáculos insalvables para el establecimiento y operación de una estación de lo que sea y de un tren de alta velocidad, por supuesto.

Repitiendo la historia de 1900, hoy se pretende hacer una estación para que este ferrocarril llegue, bien, bravo por ello, sólo que por favor, queretanos, atendamos el interés superior de nuestra vida cotidiana y la comodidad de los usuarios de ese importante servicio y apostémosle a la ubicación idónea de tal equipamiento ferroviario. Y, bueno, en el ámbito de los profesionales, saquemos las cintas métricas y hagamos de las escalas lo que en las aulas los maestros de diseño—sin descanso— nos repiten un día y el siguiente también.

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