¿Y el pueblo?
Por: Jorge Antonio Torres Anaya
“La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Título segundo, Capítulo I: De la soberanía nacional y de la forma de gobierno
Artículo 39. Folio: 8330
Tras toda construcción social llamada gobierno debe de estar una sociedad reguladora o regulada. Por lo menos en la llamada democracia es la idea que nos enseñaron a mantener. Sin embargo en México somos pioneros en una nueva metamorfosis de este concepto, variante que viene manejándose desde hace siglos y que radica en la existencia de un grupo selecto (o seleccionado) de partidarios de sus personales objetivos y que pretenden representar al grueso de la población sin llegar nunca a lograr su cometido. Este grupo se autodenomina “clase política”.
Alejados de la esencia de la representatividad, han logrado sustraerse a tal grado que desconocen las verdaderas necesidades e intereses de aquellos a los que “representan”, aceptando indignas propuestas de parte de extraños agentes de la población llamados “empresarios”. En su deseo por servir al pueblo que cíclicamente los eligen, sostienen el poder de establecer leyes y reglamentos que transforman la vida de millones de ciudadanos sin que estos miembros de la “clase política” se den cuenta de sus acciones. Han construido para ellos una fantasía, aprovechada por los empresarios, en donde los ciudadanos emplearán “toda” su vida en empleos extenuantes sólo para proveer de lo mínimo necesario para sobrevivir y perpetuar la existencia al engranaje voraz del capitalismo. Para ellos ésta es la realidad, nuestra realidad.
Mientras ellos se sientan en sus escritorios y curules, el pueblo parece mantenerse callado y sumiso ante el propio ensueño de la “clase política”, aceptando lo que les digan, todo transmitido desde la televisión. ¿Es ésta la realidad por la que se ha luchado a lo largo de la historia de México?
El pueblo parece arrojado al olvido de la esencia del funcionamiento real de estos individuos, pensando que efectivamente son intocables porque ellos aprendieron a establecer las reglas del juego, cuando en realidad el pueblo constituye las fichas, las casillas y el propio tablero. Se exige la participación y las voces, el desencanto y la acción. Tenemos el artículo 39 constitucional para hacerle ver a esa “clase política” que no son nada sin nosotros.
Si sabes cuál es “tu diputado” (local y federal) ya tienes el primer paso para combatir este desequilibrio. Reúnete con aquellos que piensen al igual que tú que no se sientan representados por estos personajes. Exige que cumplan sus promesas de campaña. No queremos un México sin nosotros. En cambio se exige un México sin la existencia de la “clase política”.
Además opino que se debe de respetar la libertad de expresión en los medios de comunicación, legislarse adecuadamente sobre los derechos indígenas, evitar que los grandes capitales se involucren en nuestras elecciones y dejar de disfrazar el fraude electoral desde los medios. #YoSoy132.
@AntonioTorresA
antoniotorresanaya@gmail.com
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