Espacios seguros desde una perspectiva de género en arquitectura

Frecuentemente se habla de la construcción de espacios seguros como un lugar intangible; sin embargo, desde la arquitectura existe un conjunto de metodologías que involucran el diseño participativo y comunitario para crear ambientes seguros, como lo es un lactario.
María Esther Magos Carrillo, maestra en arquitectura, explicó que un lactario es un ambiente propicio “que permite alimentar a bebés y niños en las primeras infancias, a través de la alimentación directa del pecho de la mamá o de leche materna extraída previamente y que pueda ser refrigerada para alimentar posteriormente al bebé”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la leche materna contiene anticuerpos y nutrientes que fomentan el desarrollo cognitivo y emocional del bebé, hidrata, disminuye los cólicos, así como la prevención de enfermedades infecciosas y crónicas. Mientras que, a la mamá le ayuda en su recuperación y previene la depresión post parto, además de establecer el vínculo entre la madre y el bebé.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) establece que “las instituciones públicas y privadas con uno o más centros de trabajo donde laboren veinte o más mujeres en edad fértil, implementan en cada uno de ellos un lactario institucional”, en el artículo 3° de la Ley que Establece la Implementación de Lactarios en las Instituciones Públicas y del Sector Privado Promoviendo la Lactancia Materna.
A su vez, la Ley General de Salud en su artículo 64°, fracción III estipula que se debe “impulsar la instalación de lactarios en los centros de trabajo en los sectores público y privado”. De esta manera, en 2012, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en conjunto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), crearon la Guía práctica: lactancia materna en el lugar de trabajo.
El modelo explica los beneficios de la lactancia materna, así como una serie de recomendaciones para la sala de lactancia, como el control de acceso para que sea un espacio exclusivo de mujeres lactantes, llevar un registro de las usuarias y se puntualiza que el espacio asignado no puede ser un baño.
“¿Apoco tú comes en el baño, por qué un bebé tiene que comer en el baño, por qué las mamás tienen que lactar en el baño?, y cuando empiezas a ver el proceso de lactancia desde los ojos de la mamá dices: oye, es que esto es totalmente inhumano. En primera instancia, el vínculo que realiza la mamá con el bebé es un vínculo en el que los dos tienen que estar serenos, igual que cuando un papá alimenta, el bebé necesita sentirse tranquilo, el bebé necesita cierto ambiente que lo motive a calmar ese llanto de hambre”.
La apertura de nuevas perspectivas trae la necesidad de nuevos espacios, en este caso, de un lactario, pero el diseño y construcción de este ambiente se configura por una coparticipación entre los usuarios y los arquitectos para que no sea visto desde un ángulo, sino desde una visión empática en la que “permite ver y conocer las perspectivas desde sus ojos, la seguridad no desde mis ojos y no desde mi realidad como arquitecta, sino desde las realidades de quienes viven o tienen ese problema”, indicó la maestra en arquitectura.
Entre las necesidades que se han identificado en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) están las maternidades y paternidades incluyentes, para que el proceso de lactancia se cumpla en espacios aptos y con facilidades para estas realidades.
“Uno de los primeros lineamientos es empatizar con las realidades que están tratando de configurar, modificar y mejorar, no es nada más que yo me acerque a través de una entrevista, lo que hacemos son constantes acercamientos a través de diferentes dinámicas donde vamos entendiendo estas realidades, además, vamos moldeando esos ambientes mediante una coparticipación”.
De esta manera, cada diseño que se realiza responde a distintos contextos, por lo que no se replica en cada espacio, aunque sí se siguen los mismos criterios “la actividad que se repite es la lactancia, no es un copia y pega, porque tenemos cotidianidades diferentes, porque tenemos actividades y perfiles diferentes, incluso contextos físicos diferentes, entonces, es poco funcional hacer un copiar y pegar porque no estaríamos tomando en cuenta lo que el contexto nos dice”.
La UAQ cuenta con dos lactarios, uno en la Facultad de Ciencias Naturales, otro en la Facultad de Filosofía y próximamente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Para su diseño se contó con la participación de la carrera de Arquitectura que creó un proyecto a través del diseño participativo con tres talleres —dos virtuales y uno presencial— con mamás lactantes de la comunidad UAQ, doctores y especialistas en lactancia, y los encargados del proyecto en la Facultad: Alejandra Martínez Galán y Mauricio Olivares Méndez.
Esther Magos señaló que el diseño participativo no termina con el proyecto, por lo que están esperando hacer una evaluación al lactario de Filosofía para observar si funciona como se tenía proyectado o se requieren modificaciones: “si es un ambiente que transmite tranquilidad a las mamás, si el proceso de lactancia se lleva con mayor facilidad, si es un ambiente que incluya e invite a incluir a otras paternidades, a otros tipos de crianza, o si en lugar de ser un ambiente que incluya, excluye, para nosotros falta esta parte que es importante”.
Finalmente, Magos Carrillo enfatizó que la seguridad desde la construcción de espacios no puede establecerse desde un ángulo, se deben incluir las percepciones desde una visión multidisciplinaria y empática: “porque eso es lo que hace un arquitecto, configura ambientes para que la vida se desarrolle, y el desarrollo de la vida no es solo desde una mirada o desde una estructura, tiene estructuras comunes y tiene diferentes miradas”.