¿Grinch ruso?

Nunca falta el profesor que quiere retomar las fiestas decembrinas para explicar un tema de la clase. La secundaria fue esa ocasión mientras veíamos la Primera Guerra Mundial y nos sorprendimos cuando el 24 de diciembre de 1914 los alemanes y los aliados detuvieron su combate para decorar árboles, comer y jugar futbol. La naturaleza humana en su máximo esplendor, comentaron. Pero ¿acaso también es parte de nuestra naturaleza volver a repetir esto 108 años después?
Este 24 de diciembre se cumplen 10 meses del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Y dada la ocasión, el presidente Volodimir Zelensky aprovechó para exponer su propia tregua navideña y decirle a Rusia que sería correcto que esta Navidad comenzara con la retirada de las tropas rusas del territorio ucraniano. Para su desdicha y para la de los ucranianos quienes tendrán que resistir un duro invierno, el portavoz de la presidencia rusa, Dmitry Peskov, mencionó que no se ha recibido ninguna propuesta de nadie.
Por supuesto la tregua de Zelensky es diferente a la de 1914. Mientras que los alemanes y aliados tuvieron un día libre de la guerra, el presidente ucraniano buscaba el fin de la suya. Su discurso de paz para que Rusia intentara demostrar que es capaz de rechazar la agresión no bastó; parece que la magia de la navidad no fue suficiente para que su opositor cediera a sus condiciones aun cuando lo expuso como el grinch del año.
Lo curioso de aquella vez de 1914 es que lo aceptaron y convivieron por un día, tanto por órdenes como por conciencia misma, los implicados de ese entonces sabían que al día siguiente todo volvería a la normalidad. Hoy, quizás la verdadera esperanza navideña es el cambio de perspectiva de los ciudadanos rusos y ucranianos, quienes esperan ansiosamente una solución diplomática de su conflicto; el cambio, esa es la verdadera naturaleza humana.