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Autonomía intelectual en la cuarta transformación

Además de una educación que posibilite leer críticamente la realidad, se requiere potenciar la capacidad de la gente para expresar su propio pensamiento, en lugar de repetir simplemente los mensajes que recibe de las voces dominantes (de derecha o de izquierda)

El sábado pasado (cuando escribo esto me refiero al futuro) tomó posesión el nuevo gobierno. No se si hubo júbilo y fiesta o se desató la revuelta o la gente se mantuvo escondida en sus casas, con la tele y las luces apagadas, para mostrar su duelo —como azuzaron algunos memes—. Nos toca revisar cuál es nuestra postura frente a esta nueva situación que se presenta; reconocer las consecuencias y asumir la responsabilidad de lo que hagamos o dejemos de hacer al respecto.

La pluralidad de reacciones ante el intento del nuevo gobierno de impulsar la cuarta transformación se manifiesta en nuestra sociedad de diversas formas, y qué bueno que tengamos libertad para expresar lo que pensamos —al menos los que pueden expresarse— a través de las redes sociales, porque los medios tradicionales están al servicio del gran capital y difícilmente permitirán que las emisoras críticas sean tratadas equitativamente y tengan espacios como los que ellos tienen.

¿Cuál será la relación entre el gobierno y los medios masivos en la cuarta transformación? Más allá de las declaraciones de sus voceros sobre el respeto a la libertad de expresión, de evitar cualquier censura o injerencia en las líneas editoriales, ¿cómo se fortalecerán los espacios críticos, los medios universitarios, las radios comunitarias… para que otras voces, distintas a la dominante o a la “oficial”, puedan expresar sus saberes y opiniones con la misma fuerza que hoy lo hacen los medios comerciales?

Aunque las redes sociales hayan ganado amplios espacios, los medios tradicionales siguen con un fuerte impacto en la población; en especial la de menores recursos, que aún no sabe moverse fluídamente en las redes y menos decir su palabra.

Por otro lado, no basta con tener diversos canales de expresión. Es importante fortalecer la educación del pensamiento autónomo, para saber distinguir las transmisiones que contribuyen a una mejor comprensión de la realidad en su movimiento: de aquellas que sirven a los intereses del mercado y que buscan detener todo cambio que pueda afectarlos, infundiendo miedo y odio en la población (y en la Bolsa).

Además de una educación que posibilite leer críticamente la realidad, se requiere potenciar la capacidad de la gente para expresar su propio pensamiento, en lugar de repetir simplemente los mensajes que recibe de las voces dominantes (de derecha o de izquierda).

En las redes se manifiestan diversas posturas sobre las que vale reflexionar: la de quienes manifiestan un entusiasmo extremo o un pensamiento mágico, sugiriendo que bastó con ganar las elecciones para que los problemas de México se resuelvan en un “tris”; la de los resignados, cuya postura los empequeñece pues, para no sentirse incómodos, ante lo que perciben como “la pesada bota del autoritarismo”, se autocomprimen para colocarse en el pequeño espacio que queda entre el tacón y la suela.

La de los “críticos” de derecha, que expanden la metástasis de la histeria colectiva y la violencia, presagiando el desastre que viene y haciendo largas listas de razones que justifican su miedo (como si no pudieran reconocer la catástrofe que nos viene afectando, desde hace al menos 30 años, generada por el imperio neoliberal). Pero también hay otras posturas más autónomas que contribuyen, desde diferentes perspectivas, ejerciendo contrapesos serios; aportando argumentos bien fundamentados; llamando la atención sobre aspectos que los tomadores de decisiones no han considerado.

El que el nuevo gobierno promueva consultas ciudadanas sobre diversos temas —con todo lo criticables que sean— abre puertas que difícilmente podrán cerrarse, pues llevan a la gente a pensar en lo que antes pasaba por alto y a expresar esas voces que por muchos años fueron silenciadas.

Un dato permite confiar en que AMLO —con todas sus contradicciones— será mejor presidente (¿o menos peor?) que, al menos, sus últimos tres predecesores: Tiene autonomía intelectual frente al régimen dominante; es culto y sensible; no sólo por lo que sabe de historia de México, sino por sus múltiples recorridos por todo el país que le permiten reconocer directamente la problemática de la gente menos favorecida por el sistema; es alguien que se ha atrevido a marcar su raya frente a los grandes capitales, a pesar de sus amenazantes gritos.

Su esposa, Beatriz, por su parte da un giro de 180 grados con respecto a La Gaviota (que gustaba ostentar sus oropeles en ‘Hola’). Como académica, también da muestra de autonomía intelectual negándose a ser primera dama (“porque en México no debe haber ni primeras, ni segundas, ni terceras damas”). Decide seguir su propio camino académico, contribuyendo con su cargo honorario de asesora de la nueva Coordinación Nacional de la Memoria Histórica y Cultural de México.Vale la pena escuchar el brillante discurso que pronunció al asumir este cargo, para saber de quién se trata.

Hay mucho por construir para avanzar en la cuarta transformación, y los ciudadanos comunes tenemos hoy mayores posibilidades para contribuir con ella.

 

metamrofosis-mepa@hotmail.com

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