Expresidentes
Que nadie calle a los expresidentes. Más bien, que sean llamados a cuentas por la aportación que sus respectivos gobiernos hicieron al desastre en que se encuentra el país. En sus sexenios hubo suficientes crímenes políticos y económicos por los que deberían ser procesados.
Ignoro si la eliminación de sus pensiones les devolvió el ímpetu. O si su activismo en la escena pública es síntoma de un cambio de régimen, pues una regla no escrita del viejo régimen disponía que al término de su mandato los expresidentes se apartaran en expiatorio silencio. Si su activismo no había sido saciado, en el pasado eran enviados como embajadores a algún archipiélago del fin del mundo o se refugiaban en el consejo de administración de alguna empresa beneficiada durante su gobierno.
Sucede que esta semana asomó el rostro Carlos Salinas. Lo hizo para recitar a Maquiavelo y enviar mensajes encriptados que hablan del riesgo de desaparición de la República. Vicente Fox apareció para hablar de “escupitajos” y se integró a la minoría damnificada de Texcoco, al lado de quienes dicen repudiar dictaduras y consultas plebeyas. Y volvió también Felipe Calderón, para anunciar la creación de un partido político opositor.
Si bien el priista se mueve entre la política ficción y el rendimiento de sus acciones bursátiles, los dos panistas han quedado reducidos a auténticos lastres del partido que los llevó al poder. A los tres, igual que a sus partidos, habrá que recordarles que su influencia social está en el sótano. Los tres, igual que los partidos que los postularon, contribuyeron de tal modo a la ruina, que no será inmediata la cimentación de los cambios profundos que el país reclama. Por ello, el siguiente gobierno requerirá de, al menos, tres años de gracia.
Pero que nadie calle a los expresidentes. Más bien, que sean llamados a cuentas por la aportación que sus respectivos gobiernos hicieron al desastre en que se encuentra el país. En sus sexenios hubo suficientes crímenes políticos y económicos por los que deberían ser procesados. A los tres, que disputan algún rango como comandantes operativos de la resistencia, habrá que decirles que para liderar a la oposición se requiere autoridad y en los tres hay cualquier cosa, menos autoridad.