No miren arriba

No miren arriba es una ácida crítica a la política actual, a los medios de comunicación y a las sociedades marcadas por la polarización que nos son tan familiares. La película original de Netflix estelarizada por Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence y Meryl Streep, pone el dedo en la llaga, vivimos en la era de la posverdad y los otros datos, en donde lo que importa es el control de la opinión pública y el triunfo de la retórica sobre la realidad.
El film escrito y dirigido por Adam McKay, trata sobre un meteorito que se dirige a la tierra amenazando destruirla por completo y cómo este riesgo es desestimado por el gobierno, quien lo usa políticamente para sus propios fines. Los protagonistas son dos científicos que luchan por concientizar a gobernantes y medios de comunicación acerca de las dimensiones del suceso y de la inminente extinción del planeta si es que no se actúa responsablemente.
La película plantea un sin número de absurdos que de manera inquietante nos resultan familiares. Una presidenta que intenta minimizar el riesgo y que niega la crisis. Un poder ejecutivo que privilegia lo electoral sobre la vida de las personas, una política pública que no repara en lo más mínimo en la preservación del medio ambiente y en la seguridad de los ciudadanos, una clase política en el poder que miente como respira.
No miren arriba está llena de gags basados, por desgracia, en referentes absolutamente verosímiles que abundan en la política estadounidense y la nacional. El uso de la narrativa política para construir una ficción al servicio de los planes de la presidenta, pero en contra de los intereses y bienestar del pueblo que dice representar, nos suena más que conocido. La película sería en otro momento una parodia desproporcionada, sin embargo, dados los niveles de surrealismo propios de los regímenes populistas conecta puntualmente con las dinámicas de la propaganda política y sus actuales excesos.
Al pedirle a los ciudadanos que no miren arriba, la presidenta Janie Orlean y su coro de incondicionales los invitan vehementemente a no atender a la realidad, a no escuchar la evidencia, a no darle importancia a la crisis y al inminente desastre. Lo que cuenta en la lógica de este personaje -como lo es en la propaganda política que nos rodea- es el ustedes y nosotros, la lucha entre dos bandos; el meteorito que exterminará a la tierra es apenas un inconveniente menor, lo importante es el triunfo electoral y la consolidación del régimen.
La producción de Netflix plantea un problema de absoluta actualidad: la importancia de la ciencia en la gestión de crisis y la atención a las voces académicas y los datos duros. Esta crítica resulta una deprimente metáfora de cómo mandatarios como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Boris Johnson y nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, han intentado en su momento bajar el perfil de riesgo del COVID-19 implementando versiones alternativas y revelándose a prácticas vitales como el uso del cubrebocas.
Especialmente divertidas son las escenas que revelan la improvisación de los funcionarios públicos y lo ajeno de sus perfiles respecto a las responsabilidades de su cargo. Una anestesióloga en un puesto clave de la NASA, un militar trasnochado a cargo de la misión para salvar al mundo y una presidenta que es una mezcla entre el histrionismo de Ronald Reagan, la falta de cualificación de George Bush hijo y la irresponsabilidad de Donald Trump. Cualquier coincidencia con “90% honradez, 10% experiencia” es pura casualidad.
También aparecen personajes tremendamente actuales como Peter Isherwell, un multimillonario que intenta capitalizar económicamente la aparición del meteorito, un CEO que podría resultar de la combinación de empresarios como Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y Elon Musk. No faltan los presentadores de noticias más preocupados por la espectacularización de las notas que por el periodismo veraz y riguroso. No miren arriba es imperdible, es un retrato fiel de los absurdos del poder político del que somos victimas propiciatorias y de la posverdad como sustento de la retórica populista. Resulta tan familiar lo plateado en la trama que mueve a veces a la risa, a la reflexión y sin duda al pesimismo fundamentado.