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AMLO, sin juego perfecto en Querétaro

Yo no quería venir, quería quedarme a dormir”… sollozaba un niño camino al estadio de beisbol donde habría un evento que distaba mucho de ser un espectáculo deportivo. Si nadie dice que el presidente Andrés Manuel López Obrador está de visita, se podría imaginar que el pequeño retén ubicado en la esquina de Constituyentes y Sierra de Zimapán se debe a cualquier evento en el auditorio Josefa Ortiz de Domínguez.

Ahí, junto a dos patrullas apenas, se acumulaba la gente: hombres, mujeres, niños y adultos mayores con sombreros de campo; posteriormente se dieron cita las banderas, pancartas y lonas con las leyendas de “bienvenido”.

A la entrada del estadio de la unidad deportiva Josefa Ortiz de Domínguez, el ambiente beisbolero se hacía sentir: la venta de playeras, gorras, peluches, tazas y hasta llaveros con la imagen del primer mandatario. Todo se asemejaba a la mercancía oficial de cualquier recinto deportivo para el deleite de los aficionados.

Entre las filas de asistentes —que más bien parecían tribunas de la sección preferente— se podían vislumbrar a los vendedores de papitas, palomitas, refrescos, vasos de fruta, aguas frescas y más recuerdos para el disfrute del respetable. Eso sí, los vendedores de cerveza y el gobernador Francisco Domínguez Servién fueron los grandes ausentes de la calurosa tarde.

Apenas se retiraron los medios, Andrés Manuel comenzó su largo peregrinar rumbo al plato para comenzar su partido; sin embargo, como ídolo carismático se detuvo a saludar a cada uno de los efervescentes aficionados.

Acompañado por el ‘superdelegado’ Gilberto Herrera Ruiz, el presidente escuchaba con atención las quejas y solicitudes que la gente se permitía comentarle; a lo que Obrador respondía: “¿Conoce al doctor Gilberto? Él es quién le puede atender”, y se retiraba dejando a su compañero de equipo tomando nota de las problemáticas de los asistentes.

Momento cumbre fue ese en el que un par de mujeres indígenas, vestidas con sus trajes típicos —que curiosamente consiguieron un lugar exclusivo— pudieron abrazar y platicar con el presidente; no sin antes regalarle una muñeca. En cuanto el presidente se despidió de ellas, las mujeres fueron retiradas de su lugar, como si su presencia ya no fuese requerida.

Después de un largo recorrido, el presidente se subió a la lomita para comenzar su juego, con un acompañante inesperado: el senador por Querétaro, Juan José Jiménez Yáñez. El presidente pasó lista a los fallecidos en el accidente del helicóptero que apoyaba en los incendios de la Sierra Gorda, acto patriótico que se ganó varios aplausos.

Antorcha vs. AMLO

El presidente se mostró imparable, todos los lanzamientos ponchaban a sus adversarios. Había completado ocho entradas de manera precisa hasta que apareció el movimiento antorchista, al cual refrendó que no habrá más recursos federales, sólo entregas directas.

López Obrador recibió abucheos y consignas de los antorchistas. Su lanzamiento se mostró débil y le conectaron un jonrón que se voló la barda. Los antorchistas reclamaban con fiereza y abucheaban, lo llamaban mentiroso e impidieron que pudiera continuar con su discurso en calma. Aunque el presidente encaró a los inconformes invitándolos a debatir, nadie aceptó su propuesta.

Andrés Manuel terminó su encuentro con los queretanos en ambiente de tensión. Ganó el partido, pero no se fue limpio, le recordaron la otra realidad de ser presidente.

 

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