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Crónica: Entre el descenso del catolicismo, ascienden nuevas parroquias

A pesar del contexto de disminución del catolicismo en Querétaro, la Iglesia Católica decidió abrir seis nuevas parroquias este año, una de ellas en la colonia Nuevo Horizonte, ubicada en la delegación Epigmenio González. Según el vocero de la institución, Martín Lara Becerril, la misión es reforzar la evangelización carismática y atender a una población mayoritariamente católica.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta 2020, el 85.5% de la población de Querétaro era católica, mientras que en 2010, era el 91.9% de la población. Es decir, en 10 años el número de católicos disminuyó 6.4 puntos porcentuales.

A pesar de la disminución de católicos en Querétaro, Lara Becerril señaló que el número de habitantes en Querétaro ha aumentado.

«Diariamente llegan más de 40 familias a Querétaro y la mayoría son católicos. Todo esto ha hecho que estas colinas se llenen de fraccionamientos y que, sobre todo en esta parte de la ciudad, haya parroquias muy grandes en cuanto al número de fieles. Debido a esto, es necesario tener la cercanía de un sacerdote, por lo que se tomó la decisión de que aunque no haya alguna construcción sólida, un sacerdote esté aquí para que la comunidad se forme como una comunidad sólida, dé un testimonio de la fe católica y sirva como una luz para el mundo de hoy».

La siguiente semana se inaugurará otra parroquia en la Reforma Agraria, y se espera abrir otras en la colonia Venceremos, en Paseo de San Miguel y en Carrillo Puerto. Además, tienen la intención de realizar un estudio para determinar la necesidad de más parroquias y así acercar más a los sacerdotes a la comunidad.

La Ascensión, de capilla a parroquia

“La Ascensión del Señor” fue una capilla durante 20 años, hasta que el pasado 9 de marzo se cumplió el decreto de erección parroquial. El entonces párroco de San Pedro, sede de la cual se escindió el recinto, Bernardo Ramírez, instó a tres mujeres a buscar un terreno cercano a Pie de la Cuesta para iniciar un nuevo templo. Una de esas mujeres era Rosa María Rodríguez Rivera.

“Yo fui miembro de las comunidades eclesiales de base, entonces el párroco que estaba entonces nos encargó la misión de conseguir un terreno por estos rumbos y dos compañeras y yo de la misma agrupación lo conseguimos. A partir de la petición, a los ocho días nos dieron el terreno”.

Pablo González Loyola, líder de la Unión Cívica Felipe Carrillo Puerto, fue quien les asignó un terreno de 40×40 metros, y al conseguir los papeles y el espacio en mayo, cerca de la fiesta de La Ascensión, cuando Jesús subió al cielo 40 días después de haber resucitado, se eligió ese nombre para la capilla. Colocaron la catequesis, las lecturas de misa y la colecta domiciliaria “para ir poniendo nuestro granito de arena”, indicó Rodríguez Rivera.

La familia Luna Espinoza también fue parte importante en la construcción de este templo, que hasta ahora solo tiene dos muros y mayormente techo de lámina. Andrea Luna señala que estuvo muy involucrada en la capilla durante 19 años; su mamá, la señora Mago, sirvió en el altar, los ornamentos litúrgicos, fue coordinadora de liturgia y después coordinadora de la capilla. Con la muerte de su mamá hace tres años, ella y su hermana Alejandra Luna Espinoza quedaron como coordinadoras por un tiempo. Su papá también se involucró en la construcción de la parroquia.

“Dentro de la historia de la capilla, el padre Martín Lara estuvo aproximadamente seis años viniendo a celebrar misa aquí, entonces él nos comentaba que en algún momento aquí iba a ser parroquia, por estar alejado de la parroquia de San Pedro y por las avenidas que la rodean. Él nos lo mencionó, pero tiene como 15 años”.

“El año pasado se empezó a escuchar de la Diócesis que se iban a elegir nuevas parroquias y que probablemente iba a tocarnos a nosotros. Entonces, en enero se anunció que iba a ser nombrada parroquia, pero no nos esperábamos que fuera tan rápido. Cuando salió el decreto, nos quedamos en shock”, describió Luna Espinoza. Tanto ella como la señora Rosy manifestaron estar felices por este ascenso.

Solemnidad en el ritual

Por la calle Técnicos, un contingente con concheros y música subía. En el centro iba un hombre vestido de negro, cubierto por una sombrilla azul marino que cargaba una mujer. Los ritos del catolicismo se mantienen y están llenos de simbolismo y remembranzas a la Biblia. El hombre de negro, el nuevo párroco, parecía emular la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en un Domingo de Ramos.

Un par de minutos antes, el obispo de Querétaro, Fidencio López Plaza, había descendido de la camioneta y, luego de saludar a algunos de los presentes, logró entrar al templo para terminar de vestirse con su solideo, una especie de gorro morado. Los caballeros de Colón escoltaban la entrada para tan solemne momento.

El ritual comenzó puntualmente a las 5 en punto. La formación constó de los monaguillos, las integrantes del equipo de liturgia, el coro, los caballeros de Colón y los padres. El olor a copal abrió el camino para que todos entraran al altar: entre los listones blancos, las flores, los focos y las láminas. Inició la ceremonia de erección parroquial.

Mientras los padres tenían un ventilador blanco del lado izquierdo, la gente intentaba refrescarse a sí misma. El ritual fue dirigido mayormente por el obispo, quien entregó siete signos al nuevo párroco:


-Las llaves del templo. Salen a la reja para cerrarla y abrirla de nuevo. “Se le confía la llave para que tenga la puerta siempre abierta como signo de una Iglesia que abre sus brazos y sus puertas a todos y en especial a los más desamparados y excluidos”, explicó el obispo.

-El campanario representa tres cosas. Primero lo asocian con buenas noticias, para la fiesta o alguien necesita ayuda.

-La casa de la misericordia fue el tercer signo. El padre Ignacio, nuevo párroco, tomó una estola, la puso en su cuello y se sentó en el confesionario: “pide a Dios por todas las personas que ahí se acercarán esperando el perdón y la misericordia de Dios”, abundó el Obispo.

-La pila bautismal fue la siguiente parada. El nuevo párroco la besó, se reconoció como hijo de Dios, roció incienso y pidió nuevamente por las personas que ocuparían ese lugar.


López Plaza le dijo a la gente que una vez que el templo esté terminado se colocarán los tres signos que faltan: el altar de la palabra, el altar de Cristo profeta, el altar de la eucaristía y el altar de Cristo servidor. Hubo una entrega simbólica del altar, la moderadora del consejo entregó la evaluación de la planeación de 2022 y la programación de este año.

A las 6:22 de la tarde., una señora le preguntó a otra, «¿ya nos vamos a ir para allá?» A lo que la otra respondió: «ahorita que el padre diga, ‘vámonos a comer'». Había pasado más de una hora de la celebración eucarística y parecía que aún no iba a terminar. Había niños dormidos, otros fastidiados porque no paraban de llorar, y adultos con los ojos cerrados, pero nadie se iba, aunque ya se notaba que estaban cansados. El padre todavía no había dicho «pueden sentarse», pero la mitad de sus asistentes ya estaban en sus lugares.

«No soy un buen padre», fueron las primeras palabras de Ignacio Ramírez Estrada como párroco. «No soy un sacerdote bueno, no soy un sacerdote inteligente. Me gustaría decirles lo contrario, pero no es así. No soy un sacerdote joven. Ya a mi edad, me duele todo menos el claxon. ¿Qué de bueno podría tener? Me cobijo en la presencia de Dios. Fíjense que me dijeron por ahí que Dios cuida muy bien a los taruguillos, y a mí me cuida un montón».

A las 7:04 p.m., casi dos horas después, el padre Ignacio finalmente dijo, «podemos ir en paz». Dos minutos después, llegó el mariachi, y la gente siguió al obispo a la entrada. Algunos lo saludaron, otros se tomaron fotos con él o con el padre Martín, y unos más se fueron en cuanto les sirvieron.

A la feligresía y a los invitados les dieron mole con arroz rojo y pollo, agua de horchata, jamaica o piña, mientras que a los padres les dieron ensalada con pechugas rellenas y vino o refresco. El obispo no se quedó a comer, pero sí el padre Martín Lara, quien ofició misa durante un tiempo, alternándose con Aristeo Olvera, párroco de San Pedro Apóstol.

Entre la comida, el padre Aristeo fue llamado al templete para recibir un reconocimiento. La servidora que entregó el reconocimiento prometió tenerlo en sus oraciones, mientras que el presbítero dio sus buenos deseos a la comunidad parroquial que surgió en la colonia Nuevo Horizonte.

Dafne Azuby Arreola Santana

Estudiante de la Licenciatura en Comunicación y Periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro. Parte del equipo de Verificado Tribuna durante las elecciones 2021 y reportera de Tribuna Diario desde agosto de 2021.

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