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Querétaro, alto índice de violencia obstétrica

“La violencia obstétrica social empieza con las personas más cercanas, como los familiares. Los primeros que empiezan a meter este miedo son estos, o al decirle que no va a poder parir o que es súper doloroso”, advirtió la especialista en eduación perinatal.

Querétaro presenta una prevalencia de maltrato obstétrico de 36.9 por ciento, que en valores absolutos serían de 53 mil 493 casos, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que es la primera Encuesta Nacional que incorpora en sus instrumentos una sección específica para valorar la atención obstétrica que las mujeres recibieron durante su último parto por parte del personal que las atendió.

Si se toma en cuenta la media nacional que indica que al menos el 33.4 por ciento de mujeres sufrió algún tipo de maltrato por parte de quienes la atendieron en el último parto, Querétaro se encontraría por encima de esta media nacional.

La violencia obstétrica es un concepto para visibilizar las acciones u omisiones del servicio de salud hacia las mujeres en el momento de embarazo, el parto y el posparto, refirió Jocelyn González Espino, especialista en educación perinatal y colaboradora de la organización Nacer a Tu Manera: “Es decir, que pueden ser todas las intervenciones o la sobremedicalización al proceso fisiológico del embarazo, parto y posparto. Así como la omisión de intervención médica”.

Un ejemplo de ello puede verse desde que se somete a alguien de manera rutinaria a las intervenciones médicas “sin dar valor y esperar a lo que está pasando en esta mujer bebé-mamá”.

Violencia institucional de género

“Las primeras intervenciones que se hacen es la separación de los familiares, se quedan afuera y tú entras sola; desvestirte, canalizarte de manera rutinaria, cuando habría que ver primero si esta mujer viene bien, está hidratada, el trabajo de parto está avanzando bien, pues podrían no canalizarse; aplicar medicamentos que aceleren el trabajo de parto o durante el proceso, estar haciendo muchos tactos, cuando la evidencia recomienda hacer la menor cantidad de tactos”, explicó.

De acuerdo al último informe del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), la violencia obstétrica es producto de un entramado multifactorial en donde confluyen la violencia institucional y la violencia de género, en donde que se incluye el trato deshumanizado, grosero, discriminación, humillación, cuando se pide asesoramiento, o se requiere atención en el transcurso de una práctica obstétrica.

La misma encuesta referida del Inegi indica que durante su último parto, al 4.2 por ciento de mujeres les colocaron algún método anticonceptivo o las operaron para no tener hijos sin previa autorización. Al 7 por ciento de mujeres les dijeron cosas agresivas o humillantes; al 9.2 por ciento las obligaron a permanecer en posiciones incómodas, el mismo porcentaje para las mujeres que fueron presionadas u obligadas para ponerse algún dispositivo para no tener hijos; al 10.3 por ciento se tardaron mucho tiempo en atenderlas porque “le dijeron que se estaba quejando mucho o gritando”; al 11.3 por ciento de mujeres, las regañaron. Y al 9.9 por ciento fueron ignoradas cuando preguntaban el estado de su bebé.

Violencia social y laboral

González Espino señaló que la violencia obstétrica no solo se reproduce en las instituciones de salud, sino que también desde la familia, lo cual es más difícil de visibilizar, puesto que está aún más normalizada.

“La violencia obstétrica social empieza con las personas más cercanas como los familiares. En el proceso fisiológico empiezan a hacer presión, como todavía no ha nacido, ‘ya que nazca’. Y los primeros que empiezan a meter este miedo son los familiares, o al decirle que no va a poder parir o que es súper doloroso. Hay mucho normalizado y hay poco respeto al proceso de embarazo”, explicó.

 Además, de la violencia que se reproduce en el espacio laboral: “Tienes derecho a seis semanas posparto y tienes derecho a dos periodos para salir a lactar; y si no sales a lactar dentro de la institución habría que tener un espacio para poder tener acceso a sacar leche materna y pues la mayoría de las empresas no lo tienen y lo siguen haciendo en el baño y esa es otro tipo de violencia obstétrica que esta invisibilizada”.

Sensibilizar al personal de Salud

La especialista acuñó que aunque es necesario sensibilizar al personal del sector Salud, para que estas violencias no se sigan reproduciendo, también se debe de hacer un trabajo de educación por fuera, ya que el tema de violencia obstétrica inicia cuando se ve al embarazo, parto y posparto como una patología: “como el equivalente a que es una complicación, una enfermedad. Entonces, desde ahí habría que desvincular eso (…) Tenemos que quitarle ese gran peso que genera de que es una enfermedad, cuando en realidad estamos frente a un proceso biológico”.

Recalcó que aunque se empieza a visibilizar el término de violencia obstétrica por las instituciones, habría que hablar sobre todo el proceso: “También debe de ponerse atención a los bebés porque, una vez que nacen, otra vez empieza una serie de intervenciones médicas de rutina como el corte inmediato, la separación que se da, el no iniciar la lactancia materna dentro de la primera media hora de vida”.

Asimismo, Jocelyn González Espino quien también es partera, dijo que en México existe un desconocimiento sobre la constitución mexicana del artículo 4 que “nos comenta que todos tenemos a una salud y derecho a que las instituciones públicas o privadas tengan instalaciones adecuadas y personal calificado y estén ahí para atendernos”.

Indicó que también hay un desconocimiento por la norma oficial mexicana, en específico la 007 que habla de embarazo, parto y posparto y cuáles son las recomendaciones nacionales que hay para favorecer el nacimiento. También acusó el desconocimiento de los acuerdos internacionales que hay para favorecer esta salud. “Si creo que también hay falta de las mujeres de poder decir dónde, cuándo y con quién parir”, señaló.

Criminalización no es solución

Aunque en el país, por lo menos hasta 2015, los únicos estados que contaban con cuentan con definiciones de violencia obstétrica en sus leyes de acceso a una vida libre de violencia era  Chiapas, Chihuahua, Colima, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz, Jocelyn González Espino consideró que “la criminalización no va ser la solución”. Al respecto, el GIRE indica que “la vía penal no es idónea para evitar prácticas de violencia obstétrica, ya que podría inhibir la actuación del personal de salud y no promueve un cambio de mentalidad ni de políticas públicas para prevenir y erradicar la violencia obstétrica, puesto que no atiende a los problemas estructurales que subyacen en la perpetuación de dicha práctica”.

Por otro lado, González Martínez aseveró que hay un ejercicio de poder en donde las instituciones no reconocen que las mujeres tiene el derecho a decidir, lo cual trae consigo la criminalización: “Hablando de [una] institución como la medicina, tiene el control sobre nuestro cuerpo, no solo sobre el parto, sobre muchas otras cosas”.

Al haber ese ejercicio de poder, acusó que difícilmente se puede actuar y desde ahí hay una criminalización al no reconocerse que las mujeres pueden decidir. “Más allá de decidir, [las mujeres] no tienen por qué saber todo lo que les está ocurriendo en su cuerpo de manera teórica, creo que hay una exigencia social ahí”, aseveró en entorno al caso de Dafne McPherson, quien el 17 de febrero de 2015, Querétaro, tuvo un parto accidental dentro de un baño en una plaza comercial y quién recientemente fue sentenciada a 16 años de prisión.

“Me parece sorpréndete, más allá si los servicios de salud llegaron a tiempo o no, sin duda mucha gente se dio cuenta que lago se estaba pasando en ese baño y veo como esa imposibilidad. Antes los nacimientos eran comunitarios: Cuando una mujer entraba en parto, las demás acogían a esa mujer. Pero al ver este ejercicio de poder de decir que ‘eso que sabe tu abuelita no es cierto’, pues difícilmente ahora se puede acompañar a una mujer en esas situaciones”, lamentó.

Abundó que quien es víctima de violencia obstétrica puede acudir a derechos humanos, y pedir acompañamiento del proceso: “También tenemos ahí diferentes instancias que revisan que la práctica médica estén bien hechas, y ponen atención a  estas llamadas que están haciendo las mujeres. También dentro del hospital hay un departamento jurídico al que podrían acudir”.

Señaló que Nacer a Tu Manera es un proyecto para acompañar a las mujeres en el proceso preconcepcional de embarazo, nacimiento, posparto de manera consciente: “Es un forma de tener otras herramientas para poder decidir dónde, cuándo y con quién y tener otras miradas del acercamiento al embarazo, parto y posparto” y expresó que “en Querétaro estamos poco a poco las parteras estamos tomando un espacio y un lugar para acompañar a las parejas”, concluyó.

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