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Cultura de paz: lo que falta es educación

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) marca como uno de sus principales objetivos la construcción de una cultura de paz y desarrollo sostenible. Promueve, desde 1945, el derecho a la educación, a los avances científicos y desarrollo del conocimiento para lograr el progreso social y económico (https://es.unesco.org/themes/programas-construir-paz). De igual forma, el Objetivo 16 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU marca la necesidad de promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas.

En ambos casos, se reconocen los Derechos Humanos como el centro del tema (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/peace-justice/). Derecho a una vida digna y sin violencia, derecho a un medio ambiente sano y resiliente, derecho al agua, derecho a la salud. Estos organismos internacionales, conformados por 193 países miembros más otros asociados, marcan la pauta para encontrar soluciones a los problemas globales. Y es que nuestro planeta es uno, no estamos aislados, lo que pasa en un extremo resuena en otro. Basta con analizar el fenómeno de la pandemia por SARS-CoV-2, o la actual guerra en Europa del Este.

Es así que no podemos desestimar la resolución del Parlamento Europeo para pedir a México garantías para periodistas y defensores de derechos humanos ya que nuestro país está calificado como “el lugar más peligroso y mortífero para los periodistas fuera de una zona oficial de guerra”. No se trata de una injerencia, sino de la visión desde fuera por parte de cientos de diputados europeos de 27 países que miran con preocupación el ambiente en nuestro país. Reconocer el problema es el primer paso para resolverlo, y eso no ha sucedido. Nuestras autoridades continúan culpando a los gobiernos anteriores sin darse cuenta que el hoy está aquí y con él, la oportunidad de marcar el cambio. Del tono de la respuesta del mandatario mexicano al Parlamento Europeo no podemos esperar nada.

Los acontecimientos del sábado 5 de marzo pasado en el Estadio Corregidora es otro de los recientes sucesos que muestran a una sociedad dividida, carcomida por la violencia que se refleja en todos los sectores, empezando por el discurso diario del presidente. Sólo unos días después, la marcha del 8M mostró nuevamente que las mujeres podemos protestar sin lastimar a nadie. Protestas que continúan sin escucha ni solución para quienes esperan de las autoridades la acción de la justicia.

Seguimos pidiendo sanciones para autoridades, para agresores, para violentadores pero no vamos al fondo: Necesitamos cimentar una sociedad más educada, desde la infancia enseñar a niñas y niños a reconocer errores, a pedir disculpas, a perdonar, a reparar y a seguir adelante con más convicción. Si educamos más en el respeto a los derechos humanos, si promovemos una cultura de paz, sancionaremos menos.

En la Universidad Autónoma de Querétaro somos conscientes de la importancia de inculcar valores que resalten el bien común por encima del interés individual. Sabemos que estamos en un proceso de transición social en la que la ideología de varias generaciones se funde para tratar de encontrar la conciliación. La cultura de paz debe estar por encima de las diferencias, la armonía de nuestra sociedad de hoy y la de mañana dependen de ello.

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