La crítica, ¿para qué?
Para el gobierno de la 4T es fácil descartar muchas críticas que vienen de ‘la derecha conservadora’, pues se explican en buena medida “porque está perdiendo privilegios que antes tenía”
¿Cuál es el papel de la crítica? Son muchas las respuestas posibles a esta pregunta:
– Comprender mejor el mundo en que vivimos; poder distinguir lo falso de lo verdadero, la información objetiva, de la subjetiva;
– Proteger a la población del “veneno” (ideas) del enemigo; promover que ésta no se deje engatusar por las seducciones del poder;
– Evidenciar las malas mañas que oculta el adversario para destruirlo en la contienda;
– Experimentar alivio en la catarsis o placer caníbal;
– Liberarse de sentimientos de inferioridad o culpa y desviar la atención hacia los defectos del competidor;
– Ganar prestigio social, mostrando superioridad intelectual;
– Aumentar el ‘rating’ en las redes y traducirlo en pesos;
– Contribuir a que los sujetos sociales cobren conciencia de sus errores para que “enderecen el camino”;
– Reconocer posibilidades ocultas de transformación de la realidad, contenidas en determinada situación actual…
De los nueve propósitos arriba enunciados, sólo el último trasciende la tarea del análisis de la realidad y abre la mirada hacia nuevos horizontes. La onceaba tesis sobre Feuerbach, de Carlos Marx reza: «La filosofía no sólo para interpretar, sino para transformar».
Esto viene al caso, para preguntar sobre cuál es el destinatario y cuáles son los propósitos comunicativos de los múltiples artículos de opinión, mensajes en las redes, mezclados con mentiras, que muchas veces se disparan a velocidad vertiginosa, sin ton ni son, y que parecen venir de jueces implacables que dictaminan, mirando de arriba abajo, sobre la pertinencia o estupidez de los actos de los demás.
Quienes intenten contribuir a transformar su realidad (aunque se limiten a un micro-espacio), han de estar sólidamente preparados para no desistir, a pesar de todo cuestionamiento, crítica, exigencia, protesta, calumnia, agresión verbal o física, que reciban de parte de esa gente que prefiere dejar las cosas como están.
Cada nuevo gobierno suele recibir de la población múltiples expresiones de desaprobación, muchas de los cuales no vienen de análisis serios, sino sólo de su falta de contención emocional.
Se requiere prestar muy fina atención para saber distinguir las críticas que sólo sirven para desalentar los ánimos del cambio, de aquéllas que tienen sentido y es importante escuchar.
En el contexto actual, para el gobierno de la 4T es fácil descartar muchas críticas que vienen de ‘la derecha conservadora’, pues se explican en buena medida “porque está perdiendo privilegios que antes tenía”.
No es tan fácil, en cambio, lograr suficiente claridad, cuando las críticas son serias, vengan de donde vengan, o cuando llegan de ‘la izquierda’ o se visten como tales.
Es difícil, porque los análisis serios se mezclan con los de quienes pretextan “ser contestatarios”, para justificar las sanciones recibidas (y ocultar las corrupciones o ineptitudes que dieron lugar a ellas).
También es difícil, cuando los análisis bien fundamentados se reducen a señalar la “grave pesadilla que vivimos” y “los graves errores” que cometen los gobiernos que buscan ser distintos.
A la izquierda le falta trascender el nivel de la denuncia y la autodefensa.
Le faltan ‘narrativas de esperanza’ que iluminen el camino a seguir para destruir al monstruo; narrativas que guíen la construcción de estrategias viables y adecuadas a esta época y capaces de desalentar las viejas prácticas alineadas.
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