
Hubo un tiempo en el que los informes presidenciales servían para que el presidente en turno se luciera, había parafernalia y besamanos. El informe se transmitía en cadena nacional de televisión. Pero en diciembre de 2018 tomó posesión el gobierno de la 4T, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, y las cosas cambiaron.
A diferencia del pasado, desde hace tres años somos testigos de informes austeros, republicanos. Tal como debería haber sido siempre.
La llegada de los panistas a la presidencia de la república, en el año 2000, no significó un cambio de régimen. Fue una simple alternancia entre dos partidos que ya compartían el mismo proyecto de nación, el neoliberalismo a ultranza, la corrupción y el servicio a intereses extranjeros.
De entrada, es importante resaltar que, como pocos estadistas en el mundo, Andrés Manuel López Obrador ha cumplido 98 de los 100 compromisos que estableció para su presidencia. Como él mismo señaló, de esos 100 compromisos, sólo quedan dos pendientes: la descentralización del gobierno federal y conocer toda la verdad acerca de la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa.
Mucho hay que decir sobre los cambios impulsados por el gobierno de la 4T, desde las reformas constitucionales al manejo de la pandemia, de la defensa de nuestros energéticos al regreso a la escena internacional, de la lucha contra la corrupción al manejo de las naturales divergencias con la oposición. Por eso sólo voy a señalar en estas líneas algunos aspectos.
Me parecen relevantes las grandes obras de infraestructura, obras que no veíamos desde hace sexenios. Ahí va la construcción de la refinería de Dos Bocas, la que junto con la producción de la refinería de Deer Park, en Estados Unidos, y el reacondicionamiento de las seis refinerías actuales nos regresarán la autosuficiencia en petrolíferos para no tener que estar dependiendo del extranjero y pagando cientos de miles de millones de pesos en adquirir petrolíferos que deberían estarse produciendo en México, dando trabajo a las y los mexicanos.
Ahí va el tren maya, transporte mucho más ecológico que los cientos de autobuses a los que sustituirá y que detonará un polo de desarrollo en el sureste, junto con el corredor interoceánico del istmo de Tehuantepec.
Ahí va el Aeropuerto Felipe Ángeles que sustituye a la obra faraónica que pretendía construir Enrique Peña Nieto al final de su sexenio, el llamado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y que nos habría costado a los mexicanos 750 mil millones de pesos, deuda que habríamos pagado en los próximos 50 años y, finalmente, se retomó otra obra inconclusa del gobierno de Peña Nieto, el tren rápido Ciudad de México-Toluca, obra presupuestada en 30 mil millones de pesos y en la que el gobierno de Peña Nieto ya se había gastado otros 60 mil millones de pesos para dejarla inconclusa por lo que el actual gobierno tendrá que gastar otros 30 mil millones de pesos para terminarla.
Por otro lado hay que señalar que no han habido las grandes devaluaciones del pasado, que ha aumentado la inversión extranjera, que han aumentado las reservas internacionales, que no han subido el precio de los combustibles, que ha habido un aumento real del 44 por ciento del salario mínimo y que se han implementado programas sociales de envergadura, como los de adultos mayores, personas con discapacidad, becas para estudiantes y para jóvenes desempleados y todo esto sin pedir dinero prestado a los grandes organismos internacionales, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. anbapu05@yahoo.com.mx