Bella Ciao

Alemania y la nacionalización de Uniper

Si México hubiera nacionalizado a Iberdrola o a Shell, la derecha, no sólo mexicana, habría puesto el grito en el cielo. Habrían hablado de ‘castrochavismo’, de comunismo, de socialismo. Pero como la que ha nacionalizado varias empresas del sector energético, ha sido Alemania pues se quedan callados. No han dicho absolutamente nada.

Si la nacionalización de la principal empresa importadora de gas de Alemania, Uniper, filial de la empresa estatal finlandesa Fortum, se hubiese dado en pleno auge del neoliberalismo privatizador, igual se habría gritado al escándalo, a nivel internacional, sin embargo, la noticia fue dada a conocer como si nada, por medios europeos como la BBC de Londres, Euronews o Público (de España). Cero críticas, sólo se consignó el hecho de manera escueta, como si nacionalizar empresas fuera cosa de todos los días.

Alemania tomó esa medida ante el temor del invierno que se avecina. Según datos de la Agencia Internacional de Energía, de 2018, el 28 por ciento de las necesidades energéticas del sector industrial, son cubiertas con gas natural. Porcentaje que aumenta en los sectores de servicios y en el residencial al 32 y al 38 por ciento, respectivamente.

Hay temor que, en el próximo invierno, la población proteste por la falta de gas asequible y no sólo en Alemania. El peligro es tan real que apenas el pasado 20 de septiembre el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al abrir el 77 período de sesiones de la ONU, pronosticó un invierno de descontento en el planeta. Y no puede más que suceder en el norte del planeta, en las zonas frías. No aplica al sur, pues mientras en el norte es invierno, en el sur es verano.

Y todo derivado del boomerang de las sanciones decretadas por la Unión Europea en contra de Rusia por la invasión a Ucrania.

El gobierno de Alemania llegó a un acuerdo con Fortum para hacerse del 98.5 por ciento de las acciones de Uniper con lo que obtendrá el control casi total de la empresa gasera. La medida le costará a Alemania alrededor de 8 mil 400 millones de dólares (unos 168 mil millones de pesos, cantidad nada despreciable).

Naturalmente, la desesperación por la falta de energéticos ha exacerbado las diferencias entre los mismos países europeos. La oposición finlandesa está cuestionando a su gobierno, señalando que cedieron ante Berlín, que no hicieron lo necesario para evitar la nacionalización de la filial de Fortum (de la cual el estado finlandés detenta el 51 por ciento de las acciones). En efecto, Fortum detentaba el 78 por ciento de las acciones de Uniper.

Cabe señalar que, en abril pasado, el gobierno alemán traspasó la filial alemana de Gazprom (de propiedad rusa) a la agencia federal de redes, como fiduciario, en un intento por salvar el mercado del gas del país, y a mediados de septiembre se incautaron activos de otra empresa energética rusa de propiedad estatal: Rosneft-Alemania, propietaria de la problemática refinería de petróleo de Schwedt.

Todas estas acciones alemanas muestran cuanto los tiempos están cambiando y muestran que cada país defiende sus propios intereses, algo que los neoliberales en México nunca han entendido ni hecho. En México, los gobiernos neoliberales siempre fueron serviles a intereses extranjeros, los que fueron privilegiados por encima de los intereses nacionales.

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