De Ayotzinapa a las aulas queretanas

«Era peligroso ser comunista»: Flores Espíritu
Ayotzinapa, cuna de luchadores sociales, santuario de revolucionarios. Generación tras generación crece dentro de Ayotzinapa con el ideal de hacer cambiar el orden político y económico, y cada generación tiene sus anécdotas y conocidos. Francisco Flores Espíritu es un egresado de la normal rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa.
Él convivió con los revolucionarios Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, también fue miembro del extinto Partido Comunista Mexicano (PCM) y de los partidos socialistas que le siguieron. Actualmente es director de la secundaria general número 2 “Mariano Escobedo”.
Ya que fue un militante del partido comunista, dígame ¿Qué es el comunismo?
Es el asunto de que los medios de producción no estén en manos de unos cuantos, todos los bienes de un Estado sean manejados por la comunidad. Los zapatistas lo llevan a la práctica en el Sur, también están avanzando en las autonomías. Ni una sociedad ha llegado al comunismo, ya que es casi una utopía, gracias a nuestra parte egoísta como humanos; el cristianismo también tiene que velar por el prójimo, pero muchas veces dentro de la religión no se ve la solidaridad. Sin embargo, la aspiración socialista sigue vigente. Las ideas socialistas se han querido detener, pero no se puede; esa lucha de clases que apodó Marx en todas partes se manifiesta.
Es egresado de la normal de Ayotzinapa, cuénteme sobre la atmosfera que rodea ese lugar.
La Normal está ubicada en el municipio de Tixtla, en un valle que tiene una laguna; tradicionalmente es un lugar que ha tenido un desarrollo cultural muy importante.
Dentro es como estar en un internado, uno se conoce con los compañeros muy íntimamente, son como hermanos. Hasta la fecha con mi generación estoy en contacto, nos reunimos el año pasado; hicimos una ofrenda al monumento de Lucio Cabañas, él fue alumno de Ayotzinapa, yo lo conocí cuando iba en segundo y él en quinto.
En la época en que estudiaba, estaba un asesino en el poder; muchos opositores murieron. Gracias a ese gobernador todo Guerrero se levantó; esa vez yo tuve mi primera huelga y asistí a los mítines todo el mes de diciembre del 70 y enero del 71. En ese movimiento se juntaron Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas.
Todos los que salimos a trabajar a otras zonas rurales nos ponemos en contacto con toda la gente de ese pueblo para organizarlos y trabajar juntos; por eso mismo el gobierno quiere acabar con la normal, pues cualquier persona o grupo que promueva conciencia y conocimiento de la realidad son peligrosos; el que no es peligroso es el que ve Televisa, aquel individuo que siempre esté enajenado.
En la época del presidente Luis Echeverría muchos maestros pertenecientes al movimiento revolucionario magisterial, desaparecieron; gracias a ellos, saliéndome del tema, empecé a conocer gente que militaba dentro del partido, eran gente consciente, trabajadora y muy entregada; ellos eran como los santos de la izquierda: Don Valentín Campa, Demetrio Vallejo, eran personajes que expusieron su vida. Era peligroso ser comunista.
Cuando vine a Querétaro no existía el Partido Comunista (PC), empezaba apenas se formó por una célula por obreros de Tremec. Cuando la empresa supo que eran miembros del PC, los corrió.
En esa época recuerdo que había mucha critica en torno a lo que eran los partidos comunistas tradicionales. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se convirtió en un partido guía, lo cual hacía que si la URSS decía algo, era ley para todos los otros. De allá llegó la orden de que asesinaran a León Trotsky, hubo división dentro del PC, por ello se formaron dos corrientes: los dinosaurios y los renovadores. Muchos comunistas mexicanos no estábamos de acuerdo a obedecer a un único partido guía, sino que el partido debía hacer estudios de la realidad mexicana y tratar de construir el comunismo en México, a partir de la historia.
El Partido Comunista sigue vivo, ya que el registro se le pasó al Partido Socialista Unificado de México (PSUM), después al Partido Mexicano Socialista (PMS) y ahora lo tiene el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
La militancia era difícil en aquel entonces, pues eran clandestinas, había opresión, era difícil ser comunista, estábamos muy satanizados. Gracias a la frase de Marx sobre el opio del pueblo, la Iglesia se declaró anticomunista; Marx no estaba en contra de la religión, le molestaba que a través de la misma manipularan a la gente para no luchar. Por ejemplo, en El Marqués, cuando Lázaro Cárdenas repartió la tierra, la gente del lugar tuvo sus tierras, pero el cura les dijo no las tomaran porque es pecado y afectan al patrón. Los campesinos obedecieron y no recibieron las tierras; hoy los hijos tomaron conciencia de la injusticia y están intentando recuperarlas.
Recuerdo que cuando estaba en el partido, la abuelita de mi esposa se enteró de que yo andaba de comunista, entonces le dijo “hija ponle un crucifijo o un rosario debajo de su almohada, para que se le salga el demonio”.
A mí me da mucho orgullo decir que pertenecí al Partido Comunista Mexicano.
¿Cómo ocurrió la disolución del partido? ¿Qué sintió?
Las personas no estamos casadas con unas siglas, sino con los principios de cada partido. Conocí a un activista oaxaqueño, que en las marchas sale con su bandera del partido comunista, el sigue casado con el partido. Nosotros los que estuvimos en ese partido sabíamos que era un medio no un fin.
Como verdaderos partidos de izquierda, yo me quedaría hasta el PSUM, porque en el PMS llegó con una corriente nacionalista y corporativa. Con el PRD pues hasta Cuauhtémoc Cárdenas lo repudió.
Hay izquierda, dispersa. Hay luchadores sociales, incluso en la Iglesia hay izquierda. Últimamente la izquierda está fuera de los partidos, porque se han venido desprestigiando por sus prácticas.
¿Sigue siendo un ciudadano entregado a la lucha social?
Sigo participando, en medida de lo que pueda, en lucha sindical, social y política. En la sindical en este congreso me propuse como secretario general suplente. Seguimos participando en el movimiento de bases magisteriales. En la política estoy en la lucha en contra de todas las reformas, ya que son muy negativas para el país.
¿Qué nos toca hacer a nosotros, a las nuevas generaciones?
Creo que una de las cosas importantes es estudiar la historia de México, tratar de ser autónomos en sus criterios y participar organizadamente. Lo más útil es la participación organizada. Individualmente no pasamos de hacer crítica en el café, mentarle la madre al gobierno; se tiene que intervenir en el momento que se necesita y es ahora que el país más lo necesita. La juventud es la que trae más esa cosquillita de querer ver el cambio. Hay que ser honestos y humildes, no se trata de destacar y masacrar, se oyen mejores cosas desde abajo, uno puede hacer encuestas o repartir propaganda.