La maternidad como imposición y el olvido de sí

El día de hoy, y cada vez más que nunca, es necesario hablar acerca de las dificultades derivadas de los estereotipos de género. Tener que ser, que vernos, que sentir y vivir de determinados y limitados modos, se convierte constantemente en sufrimiento y desigualdades para gran parte de la población, en específico para las mujeres y en particular abordaré lo que se atribuye con respecto a las maternidades.
En primer lugar, habremos de analizar la condición de maternidad como experiencia impuesta en mujeres. Tengamos o no hijxs, las mujeres frecuentemente nos vemos en la controversia (incluso pública) de tenerles o no, es decir, se habla de nuestras decisiones sobre la maternidad y lo que deviene de ello como si fueran las decisiones de un todo generalizado, se habla de ello en la sobremesa, en reuniones, en la radio y en las redes sociales, a veces no es notorio (o quizá ya lo normalizamos) pero se conversa sobre ello como si no hubiera otra opción, incluso, ¡se desdibuja para nosotras la posibilidad no solo de no tenerles sino de pensarlo¡, constituyendo esto una imposición, una ¿obviedad?, es ¿obvio que una mujer tenga hijxs?
En segundo lugar, es pertinente que abordemos la maternidad como experiencia altamente romantizada. Hasta ahora sabemos que la atribución de los cuidados a las mujeres ya constituye en sí una imposición, devenires violentos, a eso hay que agregar que el decidir tener hijxs influye fuertemente en los cuerpos de las mujeres-madres y a su vez en su calidad de vida, por lo que la situación se vuelve realmente compleja para quienes experimentan situaciones poco gratas y silenciadas respecto a la maternidad. Se habla de lo bonito que es tener a la cría en casa, de lo hermoso que es amamantar, de lo gratificante que resulta por fin tener a la criatura en brazos, sin embargo, todas esas afirmaciones (por muy ciertas que sean) dejan poco espacio para algunas otras realidades de la maternidad.
Entonces, si no se dejan de idealizar las maternidades, si no dejamos de ver la maternidad como lo mejor que le puede pasar a una mujer, difícilmente llegaremos al punto de dejar de juzgar a quienes deciden no tomar el camino de la maternidad o incluso seguiremos juzgando a quienes viven maternidades más libres (por decirlo de alguna manera).
Y si aún en este momento te queda duda y te preguntas “¿Cómo tener hijxs influye en los cuerpos de las mujeres y en su calidad de vida?” la respuesta será empezando por dejando de lado a sus propias necesidades, descuidando su alimentación, sacrificando sus horarios de ejercicio o de descanso, al tener arduas jornadas de trabajo doméstico y trabajo externo, esto, por supuesto, supone malestares posteriores, mismos que no siempre se manifiestan de inmediato, sin embargo, se manifiestan disminuyendo severamente su calidad de vida (desde su salud física hasta su salud mental), lo cual nos llama a ponerlo sobre la mesa.
Después de lo que hasta aquí leíste, pregúntate con base en tu experiencia de la maternidad o de las maternidades a tu alrededor, ¿es posible notar una genuina dificultad por parte de las mamás para pensar en ellas? Si tu respuesta es sí, ahora sabes tenemos un arduo trabajo de sensibilización al respecto, no sólo como mujeres, sino como sociedad, hemos interiorizado que es normal que las mujeres-madres antepongan el bienestar de todxs antes que el de ellas, dejándolas en el olvido, dejándose a sí mismas en el olvido.
Lo hasta ahora expuesto no quiere decir que ninguna mujer goce de la maternidad, sin embargo, se puede dar por hecho, a través de la experiencia que, por medio de la socialización de los roles y estereotipos de género, que llegamos a “ser madre” a través de la imposición que suponen estas construcciones normalizadas, naturalizadas e impuestas y que eso hace que ser o no ser madre se viva como una experiencia pública, además de lo ya planteado respecto a los cuerpos y la calidad de vida.
Al hablarlo y exponerlo de manera crítica, se vuelve una posibilidad el cambiar el deber ser de la mujer, para abrirle paso a poder buscar nuevos y más libres caminos y no sólo delegarle la función de la procreación y la maternidad.
Este cambio en las nociones y concepciones es un importante esfuerzo por superar el patriarcado y promover la equidad de género, se modifica la noción de maternidad para pasar ahora pensar la diversidad de las maternidades actuales donde hay más oportunidades de que las mujeres tengan una considerable reflexión acerca de sus propios deseos, puedan desenvolverse de manera individual y por lo tanto ejerzan decisiones sobre su cuerpo.
En síntesis, estamos insertas en una sociedad patriarcal e irremediablemente eso nos atraviesa, trastoca lo que suponemos que son nuestros deseos y también lo que suponemos que son nuestros deberes lo que deviene en consecuencias a nuestros futuros y a nuestros cuerpos. Dejemos atrás asumir el deber de la mujer traducido al deber de ser madre.