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COVID-19: La pandemia se irá, la enfermedad se queda

Existe una idea en el imaginario colectivo: se acabó la pandemia y ya no hay de qué preocuparse. Nada más equivocado, la pandemia no ha terminado. El pasado mes de mayo se declaró el fin de la emergencia sanitaria, no de la pandemia. Aún cuando la pandemia llegue a su fin, la enfermedad se ha establecido de forma indefinida. Es así que se encienden algunas alarmas tras el comunicado de la UNAM el pasado 31 de julio, cuando el Programa Universitario sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes (PUIREE) emitía un comunicado alertando a la sociedad para continuar con los cuidados ante un posible incremento de casos.

La situación es que las subvariantes de Ómicron, particularmente las XBB, XBB.1.5, XBB.1.16 y XBB.1.9.2, con su nueva cepa EG.5, se encuentran generando la mayor parte de los casos a nivel mundial. La subvariante XBB surgió a finales de agosto del 2022, XBB.1.5 en noviembre del mismo año y XBB.1.16 en enero del 2023. Estas son las que actualmente circulan en el mundo; particularmente en México XBB.1.16 apareció más recientemente, en mayo, y es por ello que se han detectado más casos, ya que las mutaciones del virus hacen posible la evasión del sistema inmune en tanto la población adquiere inmunidad.

Sin embargo, la que actualmente llama la atención de las autoridades sanitarias es la subvariante EG.5, que desciende de XBB.1.9.2 y que actualmente se encuentra en monitoreo ya que los nuevos casos en Asia y EU están relacionados con ella. Ante este panorama, lo que menos debe ocurrir es una alarma de pánico, todo lo contrario, debe incrementar el registro de datos —por cierto, muy abandonado— y mantener a la población informada, misma que deberá continuar con los cuidados preventivos: uso de cubrebocas en lugares confinados, higiene de manos, aislamiento y valoración medica en caso de enfermedad respiratoria.

Es cierto, la situación no es, ni será, la misma que en 2020. El virus se ha instalado y eso significa también que es menos letal pero no implica que no se presenten casos graves y muertes. Si algo debemos conservar de los años más críticos de la pandemia, es el aprendizaje. La resiliencia desarrollada por la población debe mantenerse viva, toda vez que en algún momento podríamos necesitar reorganizarnos nuevamente. De forma histórica, la enfermedad repunta en dos estaciones del año, verano e invierno; por lo que es de esperar que incrementen los casos de forma permanente, aunque no al mismo nivel del 2021 y 2022. Nuevos y mejores tratamientos y vacunas habrán de desarrollarse para evitar que la enfermedad cause más estragos.

La pandemia dejó a su paso dolor y pérdida en muchos sentidos, pero también dejó enseñanzas. Nos mostró que ante la adversidad podemos reaccionar y fortalecernos, nos mostró la profundidad de la voluntad humana y la capacidad de solidaridad y empatía con la que podemos actuar. Ante lo vivido no podemos olvidar. Lo de menos será mantener los cuidados personales y comunitarios que ya conocemos y que nos permitieron sobrevivir.

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