¿Escuela o barbarie?
El problema educativo no está tanto en el método. Está en la tremenda desigualdad social que no se resuelve sólo con educación y en que los docentes y los programas han sido despojados de conocimientos científicos y suplidos por cursos de computación.
Cayó en mis manos el libro ¿Escuela o barbarie, entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda de Fernández, García y Galidno (Ed. Akal) que enriquece la necesaria discusión sobre las reformas educativas que venimos sufriendo en el neoliberalismo.
El texto denuncia un grave mal de nuestra época, llamado por Boaventura de Souza: “epistemicidio” disfrazado de sociedad del conocimiento (episteme=conocimiento científico; cidium= acción de matar o asesinar).
Aunque los autores no emplean dicho término, de eso trata su libro: del desprecio que el neoliberalismo tiene sobre el rigor académico, filosófico, literario y científico en aras del desarrollo tecnológico mercantil y del control burocrático al servicio del Gran Capital:
“Desde hace décadas venimos asistiendo al bochornoso espectáculo de una sucesión de reformas educativas –llevadas a cabo por gobiernos de todos los colores- siempre fallidas, pero siempre funcionales a unos intereses espurios, secundadas por un ejército de ‘expertos en educación’ que sirven como propagandistas del nuevo orden educativo. El mayor ‘logro’ de estas reformas, con su corolario de antiintelectualismo, infantilización y ‘ludificación’- ha sido condenar al alumnado a la servidumbre laboral…”
Escuela o barbarie constituye una feroz crítica a la pedagogía neoliberal que busca desterrar a la vilipendiada educación tradicional para suplirla por el nuevo modelo (que lleva ya cerca de 100 años de existir) centrado en el alumno; que no enseña nada, sino sólo aprender a aprender, aprender a hacer, aprender jugando.
En este nuevo modelo, la tarea docente se reduce a facilitar aprendizajes. Esto fue lo que el ignorante Nuño Mayer, secretario de Educación con Peña Nieto anunció con bombo y platillo. Casualmente Esteban Moctezuma, el nuevo secretario de un gobierno federal, que se dice “antineoliberal”, comparte la misma concepción al afirmar que los niños “podrán aprender inglés, con una plataforma y sin que los maestros conozcan el idioma” (MVS-Noticias 30/01/19).
Los autores de Escuela o barbarie cuestionan ese tipo de ofertas, advirtiendo que el modelo neoliberal denuesta a la escuela pública, para justificar no sólo su privatización, sino su desmantelamiento, pues los alumnos (pudientes) podrán estudiar lo que sea, cuando sea, donde sea y como sea, para conseguir un carné de competencias individualizadas, siguiendo simples tutoriales de internet. A estos individuos, practicantes del autoempleo, les bastará construir su portafolios de evidencias y presentarlos al mejor cliente.
Según los autores, el problema educativo no está tanto en el método. Está primero en la tremenda desigualdad social que no se resuelve sólo con educación, y segundo en que los docentes y los programas han sido despojados de conocimientos científicos y suplidos por cursos de computación, emprendedurismo y coaching motivacional.
Los autores denuncian también que la izquierda cayó en la trampa del discurso “innovador” de la nueva pedagogía, y no sólo no ejerce la oposición suficiente sino contribuye a imponerla.
Vale atender la denuncia de estos autores, aunque no sea nueva y aunque implique una defensa apasionada de la Ilustración o del pensamiento Occidental (que ha sido cuestionado por críticos más agudos del capitalismo como Boaventura de Souza o Bolívar Echeverría).