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La tribuna de Tribuna

He leído en Tribuna a algunos de los periodistas más dignos de admirar en Querétaro. Desde luego, su director fundador, mi nunca olvidado amigo, Carlos Dorantes; Efraín Mendoza, Germán Espino y Víctor López Jaramillo, por citar a los que tengo más presentes. Todos pueden servir de modelo a los aspirantes al oficio, a mi entender.

Y esa ha sido una destacada labor de Tribuna: formar en el maravilloso y sufrido oficio de la prensa. Los jóvenes que muestran vocación para el periodismo –mayoritaria, aunque no necesariamente estudiantes de esa carrera- son acogidos ahí y catapultados a la publicación periódica. Lo que investigan y escriben o retratan, deja de ser la tarea escolar y pasa a mostrarse ante el público. Por ello, Tribuna ha sido una fuente inagotable de profesionales de ese, “el mejor oficio del mundo” (¿será?).

Hemos de reconocer que ahí, en Tribuna, al igual que en los medios audiovisuales de la UAQ, los aprendices se gestan como en una incubadora, en un ambiente un tanto artificial o, al menos, controlado. Y es que los medios de la universidad no viven de la publicidad y, mucho menos, de la nota pagada o del contrato con alguna oficina de gobierno. No experimentan censura de alguna instancia universitaria de autoridad, ni de nadie. (Y no que, en ocasiones, no haya habido intentos de algún gobierno por lograrlo a través de quien ocupe la Rectoría y, cuando no lo logra, utilizar otros medios.)

El Tribuna se fundó para contar con un espacio de periodismo crítico y honesto, rastreador de la verdad e incitador del debate. No es que siempre lo logre, pero siempre lo intenta. Y se estableció, hace 25 años, cuando la necesidad de ese tipo de periodismo era más acuciante, pues prácticamente no había en la entidad ni siquiera atisbos de pluralidad y libertad de opinión. Y se inició el proyecto con la convicción de que una sociedad democrática no funciona, ni siquiera es tal, sin una prensa libre.

Por desgracia, Tribuna sigue siendo pertinente. Digo esto porque sería deseable que otros medios tomaran ese papel y vivieran de su ejercicio. Hay que reconocer, sin embargo, lo mucho que se ha avanzado en ese camino. Una parte debe deberse, estoy seguro, a lo que han significado medios como Tribuna.

Hoy vivimos una etapa –calculo será corta- con su nueva versión del mundo al revés, en la que el gobierno, el más grande, critica al periodismo porque este hace lo de siempre, su tarea más obvia: criticar al gobierno. Es más, ese gobierno ataca decididamente al periodismo y a la opinión crítica –algún día podremos evaluar cuánto esa conducta ha contribuido a la impunidad con que se quita la vida a periodistas. Y no que el periodismo y los periodistas, los medios de comunicación no sean criticables. Por su puesto que navegan en un mar de vicios. Pero nos toca a los ciudadanos y a los otros medios, no a los gobernantes, investigar y señalar esos vicios. Los gobernantes deben perseguir los delitos mediante la procuración de justicia.

A algunos gobernantes se les olvida que no son iguales a los ciudadanos. Ellos están en Palacio, nosotros en la plaza. Y los gobernantes solo pueden hacer aquello para lo que están expresamente facultados por la ley. Los de la libertad de acción somos los ciudadanos –en todo lo que la ley no nos prohíba expresamente. Pues en ello, en el ejercicio de esa libertad, los medios de comunicación libres nos representan y nos brindan tribuna. ¡Qué bueno que sigamos contando con esa tribuna de Tribuna! ¡Feliz cumpleaños, amigos!

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