El FAM y su dedazo largamente anunciado

Hace casi dos meses (el 3 de julio pasado, para ser precisos) el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, señaló públicamente que le habían informado que la oscura cúpula de intereses creados que ahora da las órdenes al PAN, al PRI y al PRD, había decidido que su candidata a la Presidencia de la República sería la senadora panista Xóchitl Gálvez.
Los opositores primero gritaron al escándalo. Juraron y perjuraron que, a diferencia de Morena, su proceso sería totalmente democrático, ‘ciudadano’ (lo que esto signifique) y transparente, características que van en sentido contrario a una decisión ya tomada por lo que queda de la mafia del poder.
Sin embargo, estos dos meses le dieron la razón al presidente y paso tras paso fuimos viendo una escenificación con el objetivo de legitimar el dedazo y tratar de engañar a los ingenuos, al mismo tiempo que se hacía cada vez más evidente que el “Frente Amplio por México” (FAM), conformado por PAN, PRI y PRD, se movía bajo una decisión ya tomada, por lo que pusieron en escena un vergonzoso ejercicio de simulación con el fin de tratar de legitimar una decisión a todas luces ilegítima. Finalmente, el pasado 30 de agosto quedaron totalmente exhibidos al imponer a Gálvez sin haber ni siquiera culminado con el proceso que ellos mismos habían instrumentado.
La operación imposición comenzó con una amplia campaña publicitaria en los medios chayoteros. Entrevistas por aquí y por allá. Al mismo tiempo se trató de construir una narrativa a todas luces falsa: que la senadora, de niña, vendía 600 gelatinas diarias antes de ir a la secundaria desde Tepatepec, Hgo. hasta Mixquiahuala, Hgo; que también vendía tamales, que iba a la escuela descalza y a pie (a una escuela que quedaba apenas a dos cuadras de su casa), que era producto del esfuerzo y no, como se reveló posteriormente, del tráfico de influencias para beneficiar a sus empresas privadas mientras se desempeñaba como funcionaria pública en el gobierno del panista Vicente Fox, mientras fue delegada de la Delegación Miguel Hidalgo, de la Ciudad de México y mientras ha sido senadora (desde 2018).
Para simular un proceso democrático, se simuló todo un desaseado proceso que comenzó con una convocatoria a aspirantes a dirigir el FAM. A dicha convocatoria se presentaron 33 postulantes, muchos de los cuales, de manera ridícula, fueron incapaces de conseguir las 150 mil firmas necesarias, en al menos 17 estados de la República, a pesar de que dizque querían ganar una elección con más de 90 millones de electores.
La primera que tiró la toalla por no conseguir las 150 mil firmas fue la primera aspirante a la candidatura del FAM, la también senadora panista Lilly Téllez, que fue la primera a la que los opositores estuvieron placeando por todos lados, hasta que reveló sus posturas de extrema derecha y entonces decidieron ‘bajarla’ poniendo el requisito de las firmas.
Otro que no logró cumplir con ese requisito fue el exgobernador panista de Querétaro, Ignacio Loyola Vera, el que apenas pudo conseguir el 5 por ciento de las firmas requeridas.
Para el 9 de agosto sólo quedaban siete aspirantes: los panistas Xóchitl Gálvez, Francisco Javier García Cabeza de Vaca y Santiago Creel; los priistas Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid; y los perredistas Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles.
A partir de ahí comenzó el ‘cepillado’ de los otros seis aspirantes, con el fin de imponer a Gálvez sin que hubiera una real competencia.
El proceso simulado terminó de manera vergonzosa cuando el dirigente del PRI, ‘Alito’ Moreno, ejerciendo una verdadera violencia política, obligó a Beatriz Paredes a renunciar al proceso para culminar dos meses de payasadas por parte del FAM.
Sí, los hechos le dieron la razón al presidente de la República: la decisión ya estaba tomada, al menos, desde principios de julio.