Sólo para nostálgicos

Empresarios con visión social

En el México contemporáneo existen personajes que han quedado en el olvido y son pocos conocidos por su actividad y sus obras. Pasa el tiempo, pero su legado permanece.

Podemos citar a Carlos B. Zetina, quien nació en San Andrés Chalchicomula, Puebla, el 14 de enero de 1864.

En 1901 abrió en Tacubaya su fábrica de zapatos Excélsior con el lema orgullo de la industria nacional.

Hombre con gran servicio a la clase humilde y principalmente a sus trabajadores, lejos estaba la ley del reparto de utilidades —decretada en 1976 en el gobierno de Luis Echeverría— y de manera sencilla y sin protagonismo lo estableció en su empresa.

Construyó  una escuela para los hijos de sus trabajadores y casas para sus empleados.

Su empresa crecía. En 1902 con cincuenta obreros fabricó cinco mil pares de zapatos, y en 1921 cuatrocientos mil con mil empleados.

No nada más era próspero empresario, también fue político que simpatizó con la causa de Francisco I. Madero. Fue electo diputado federal. Tras el asesinato de Madero se exilió en Europa y después se trasladó a Cuba, donde fundó otra empresa zapatera.

Al triunfo del constitucionalismo regresó a México y fue electo senador por el estado de Puebla.

En enero de 1918 fue nombrado presidente del Ayuntamiento de la Ciudad de México.

En su empresa surgieron problemas laborales que debilitaron su salud, falleció a la edad de 63 años.

En la Alcaldía se recuerda a este hombre con una calle que lleva su nombre, donde estaba la fábrica de zapatos Excélsior.

En la historia de empresarios visionarios también hay extranjeros que vieron a México como su segunda patria y lo demostraron en los hechos con obras filantrópicas y acciones de gran contenido social, sin que las leyes lo exigieran.

Sí, se trata de Arturo Mundet, originario de España, nacido en 1879, fundador de la empresa refresquera Mundet, creadora del famoso Sidral Mundet de manzana, que en un tiempo fue complemento en la dieta de enfermos y los niños.

En 1920, Arturo Mundet, introdujo la ‘corcholata’ en sus botellas.

En 1910 fundó la empresa refresquera que lleva su apellido que existe hasta nuestros días.

La fatalidad llegó a la familia Mundet que perdió un hijo y por la atención que recibió en el Sanatorio Español de la Ciudad de México, apoyó la creación de la Maternidad Mundet.

En 1940, en el número 78 de la Avenida San Ángel (hoy Avenida Revolución) en Villa Álvaro Obregón, se inauguró la Casa para ancianos Arturo Mundet. Fue la primera institución dedicada a atender a ancianos. El costo de su construcción fue de doscientos mil pesos que donó el señor Mundet y la Secretaría de Asistencia Social aplicó trescientos mil pesos para su equipamiento, se construyó en lo que fue una finca llamada ‘Los mandriles’. La obra estuvo a cargo del arquitecto valenciano Francisco Albert.

Los primeros habitantes fueron 200, que procedían del asilo ‘Vicente García Torres’, también donado por Arturo Mundet. El asilo contaba con salas para hombres y para mujeres, además de clínica.

También construyó casas para sus trabajadores, que hasta la fecha existen, están en la Privada Mundet en la calle de Naranjo en la colonia Santa María la Ribera.

Pero nunca olvidó su tierra, en su pueblo natal fundó la Hermandad de Sant Antoni de Calonge, fue de gran importancia en los aciagos años de la Guerra Civil Española ayudando a quien lo necesitaba.

Y los nostálgicos consideran que cuando hay voluntad no se requieren leyes para hacer el bien a la sociedad.

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