Situación actual del maíz y los Guardianes de la Semilla

El maíz es el logro de su proceso de domesticación por parte de la civilización mesoamericana. México supera a cualquier otro país en la riqueza de sus razas y variedades. Contamos con más de 60 razas y miles de variedades nativas, además de sus parientes silvestres o teocintles. A diferencia del trigo y el arroz que se autopolinizan, cuando el maíz se reproduce, el polen de una planta fecunda a las plantas vecinas y todas las plantas de un campo de maíz serán diferentes de la generación precedente y entre ellas. Incluso son diferentes los granos de una misma mazorca pues cada uno es fruto de un polen distinto.
A pesar de lo anterior, en la actualidad México es el mayor importador mundial de maíz, lugar que ocupó por primera vez en 2017. Dato preocupante por la dependencia alimentaria que conlleva y es contradictorio por ser México el centro de origen del grano y uno de los países donde su consumo para alimentación de la población es de los más altos del planeta. Si escarbamos un poquito encontramos la realidad: a quien alimenta ese maíz importado no son personas, sino ganancias de trasnacionales de la industria agrícola y pecuaria.
Las principales beneficiarias de este negocio financiero fueron empresas transnacionales comercializadoras de granos, productoras de harina y edulcorantes de maíz, de alimentos balanceados para ganado, o directamente productoras intensivas de ganado. El sector pecuario absorbe 82 por ciento de las importaciones del grano, unos 14 millones de toneladas. Solo nueve empresas transnacionales absorbieron la mitad de las importaciones de maíz en el 2001.
Estados Unidos siembra maíz transgénico desde 1966 y México, a partir de la vigencia del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN en 1994), que firmó con Estados Unidos y Canadá, se convirtió en uno de sus principales destinos.
A partir de 1996, el gobierno mexicano permitió aumentar las importaciones de maíz en más del doble de la cuota sin poner ningún arancel: 5.6 millones de toneladas en 1996, cuando la cuota para ese año era de 2.7. Las importaciones de maíz provenientes de Estados Unidos pasaron de 152 mil toneladas en 1993, a 10.2 millones de toneladas en el 2007, con un crecimiento promedio anual de 216% (De Ita, marzo de 1997) Según el Consejo Nacional Agropecuario, México importó en 2021 más de 39 por ciento del maíz que se usa en el país, estimado en un total de 45 millones de toneladas.
En Estados Unidos las exportaciones de maíz eran apoyadas por los programas de aliento a las exportaciones con créditos a tasas bajas y plazos largos de recuperación, en tanto que el gobierno mexicano las favorecía al no cobrar por su ingreso ningún arancel. Los productores mexicanos de maíz no contaron con ninguna protección, a pesar de ser el producto más sensible a las importaciones y de que la producción nacional no se redujo sino aumentó.
En la actualidad, en México está prohibida la siembra comercial de maíz transgénico, pero las las importaciones de maíz, que en su mayoría provienen de Estados Unidos y en más de 90 por ciento son de maíz transgénico, han entrado al país sin problemas.
Durante este gobierno no se han autorizado permisos para la importación de maíz transgénico destinados a la alimentación humana o animal y en octubre de 2021 la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios negó un permiso a Bayer para la futura importación de maíz genéticamente modificado resistente a glifosato.
Pero, por otro lado, el presidente López Obrador puso en marcha, el 3 de octubre del año pasado, el acuerdo de apertura contra la inflación y la carestía firmado con 15 de las mayores corporaciones agroalimentarias que operan en el país, de las cuales nueve tienen como principal insumo el maíz y han sido férreas defensoras de las importaciones de maíz sin restricciones: Gruma-Maseca y Minsa (harina de maíz y tortillas); Bachoco, San Juan y Calvario (huevo y pollo); Sukarne y Gusi (carne de res), y Sigma y Opormex (carne de cerdo).
Mediante este acuerdo el gobierno otorga a las empresas una licencia única, universal, para importación y distribución de alimentos e insumos y las libera de todo permiso o impuesto, incluidos los de sanidad y de comercio exterior. Este acuerdo ha empezado a dar sus frutos para las empresas que cuentan ya con compromisos de entrega de 400 mil toneladas de maíz blanco proveniente de Sudáfrica, (con entre 85 y 90 por ciento de su producción genéticamente modificada), ahora sin 20 por ciento de arancel y sin permisos de Cofepris y del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria.
No se puede plantear la autosuficiencia alimentaria sin cuestionar las políticas que favorecen a las grandes empresas y transnacionales, que son quienes recrean la dependencia para seguir acumulado ganancias, dejando en México contaminación y enfermedades (Ana de Ita 22/XI/2022).
En un contexto de aumento de los precios internacionales del maíz derivado de la reducción de suministros por la guerra en Ucrania, de aumento de los precios de los alimentos por la inflación, de estancamiento de la producción nacional de maíz, que no ha logrado recuperar los 28 millones de toneladas de 2016 y de un aumento récord de las importaciones que alcanzaron 17.4 millones de toneladas en 2021, no parece que la prohibición de importaciones de maíz transgénico para uso humano pueda cumplirse.
Es por todo lo anterior, es urgente y necesario fortalecer y crear donde no la hay, la defensa del maíz nativo. Miguel Concha (qpd), precursor de la defensa y promoción de los Derechos Humanos en México, sostuvo: “si la revolución verde y el TLCAN implicaron serios problemas para México, el (nuevo tratado, firmado por este gobierno) T-MEC conlleva una manzana envenenada para el grano. La privatización de las semillas que son alimento para el mundo, es inadmisible desde el punto de vista ético, no se puede privatizar la vida, Además, atenta contra los derechos humanos esenciales. Otros países han defendido sus semillas. Se debe seguir su ejemplo y no poner en riesgo la soberanía alimentaria de México”.
Es por ello que las tareas que realizan los Guardianes de las Semillas, en muchas partes del país, cotidianamente, sin descanso, en cada milpa, en cada casa, en cada comunidad, defendiendo su territorio, es importante para hacer frente a las amenazas sociales y climáticas comunes a los productores de maíz en México. Hombres y mujeres hijos e hijas del maíz que promueven la milpa sabiendo que la mejor manera de proteger a la semilla es cuidándola y sembrándola, promoviendo la importancia de que tanto las semillas, la tierra y la defensa del territorio la heredarán a las y los jóvenes. Reconociendo a la Madre Tierra la cuidan y defienden sabiendo que así defienden el agua, las semillas y resignifican su cultura.
Se oponen a que sus semillas sean consideradas variedades vegetales para nosotros como pueblos, ya que son parte integral de nuestras vidas y denuncian que son los megaproyectos los que nos desplazan, nos despojan y nos destruyen de nuestra forma de ser pueblo, al tener visiones diferentes de lo que significa el progreso.
Una de las maneras que han tomado las y los productores, no la única, ha sido la celebración de cada año de la Feria del Maíz, en varias partes del territorio nacional, como ésta en San Miguel Tlaxcaltepec, Amealco, para guardar por siempre la semilla, el maíz nativo y la milpa, en una palabra: la Vida.
Con datos tomados de Ana de Ita, directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam), y de Silvia Ribeiro, investigadora de ETC.